Medio Ambiente
Crecen preocupaciones ambientales por proyecto ferroviario Bolivia-Brasil-China
La iniciativa ha generado críticas por su probable impacto ambiental, ya que el ferrocarril atravesaría áreas protegidas.
Por Aurora Lane |
LA PAZ – Una propuesta para construir un ferrocarril que conecte los océanos Atlántico y Pacífico a través de Bolivia, Brasil y Perú generó nuevamente interés a finales de noviembre tras la visita a Brasil del presidente chino Xi Jinping.
Sin embargo, las preocupaciones también han resurgido rápidamente, y los ambientalistas y otros advirtieron que el proyecto "Bioceánico" podría tener importantes impactos medioambientales negativos.
Durante la Cumbre del G20 en Río de Janeiro, el presidente boliviano Luis Arce conversó con Xi el 19 de noviembre sobre financiamiento y comercio entre las dos naciones.
En su conversación, volvió a surgir la posibilidad de construir un ferrocarril transcontinental, uno que mejoraría la logística para la exportación de materias primas y alimentos a China conectando los océanos Atlántico y Pacífico.
Arce resaltó en sus cuentas de redes sociales que Xi “expresó su interés para analizar la construcción de un tren bioceánico que una el océano Pacífico con el Atlántico”.
El proyecto ferroviario Atlántico-Pacífico se remonta al menos a 2013, cuando el entonces presidente boliviano Evo Morales inició discusiones sobre posibles rutas ferroviarias que conectaran Bolivia, Brasil y Perú.
En 2023, bajo el gobierno de Arce, se reanudaron las negociaciones sobre el proyecto.
Preocupaciones medioambientales
Un objetivo clave es agilizar el comercio brasileño, con China como su principal comprador, permitiendo que los productos lleguen a Shanghai más rápidamente (en 50 días) cruzando el Pacífico.
Actualmente, las exportaciones brasileñas enfrentan rutas más largas, ya sea a través del Canal de Panamá o por vía terrestre a través de Sudamérica.
La iniciativa ha enfrentado críticas debido a preocupaciones sobre el impacto ambiental del ferrocarril propuesto, que atravesaría áreas protegidas con ecosistemas vulnerables.
Una de las principales preocupaciones es que el proyecto podría fomentar actividades extractivas en toda Sudamérica, como la ganadería, otras agroindustrias y la minería.
Se sabe que estas industrias contribuyen a la deforestación, así como a la contaminación del agua y la tierra.
“A mí me preocupa mucho la falta de salvaguardas (garantías) ambientales en los financiamientos chinos”, comentó a Entorno la senadora boliviana Cecilia Requena.
"Otros financiamientos plurilaterales ya tienen salvaguardas mucho más claras, como el BID o el Banco Mundial, yo no veo nada parecido en China y eso me preocupa mucho”.
Como legisladora de Comunidad Ciudadana con un fuerte enfoque en cuestiones ambientales, Requena enfatizó que si bien el proyecto podría beneficiar potencialmente a Bolivia a través de mejores conexiones comerciales, es crucial evaluar exhaustivamente sus impactos económicos y ambientales.
“Un tren tiene costos de flete y ambientales más bajos que una carretera, lo cual podría ser interesante, pero necesitamos un debate público abierto”, afirmó.
El gobierno y las entidades extranjeras no deberían tomar decisiones de tal magnitud sin la participación de la sociedad, añadió.
“Debemos mostrar tanto los aspectos positivos como negativos para minimizar cualquier impacto adverso”, dijo Requena.
Es esencial prevenir desastres ambientales o daños a las comunidades indígenas, afirmó.
Finalmente, Requena instó a la sociedad civil y a las autoridades a realizar un análisis “de buena fe, pero muy crítico”, donde sospesen los costos y beneficios reales del proyecto.
Incumplimiento e infracciones
Alfredo Zaconeta, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) de Bolivia, advirtió sobre las posibles consecuencias negativas de los proyectos de desarrollo impulsados por acuerdos bilaterales, particularmente aquellos que involucran capital chino.
Recordó experiencias pasadas, como el conflicto por la propuesta carretera Cochabamba-Beni en Bolivia, que según los opositores violaría los derechos indígenas y beneficiaría a los prestamistas y constructores de carreteras brasileños más que a los bolivianos.
Esa vía nunca fue construida. Sigue en las etapas de planificación, ya que los críticos bolivianos, incluidos ambientalistas y activistas indígenas, denunciaron su trazado previamente propuesto a través de un parque nacional.
“Debemos aprender de estas viejas experiencias; la consulta pública y el respeto a los derechos indígenas son temas trascendentales que no deben tomarse a la ligera”, expresó Zaconeta a Entorno.
Zaconeta criticó proyectos financiados con capital chino que ya han sido concluidos, citando casos de incumplimiento y violaciones a los derechos laborales.
Otros proyectos estaban mal concebidos y podrían haber debido su inicio más a acuerdos corruptos que a una política económica racional.
Zaconeta citó un ingenio azucarero en Huanuni, cuya construcción contrató Bolivia en 2012 a una empresa china.
La empresa terminó la construcción en octubre de 2015, pero la planta nunca ha operado a plena capacidad. Los políticos bolivianos habían aprobado la ubicación del ingenio en una zona que carecía de infraestructura adecuada y de agricultores de caña de azúcar.
Los chinos han utilizado las diferencias culturales y lingüísticas como excusa para evadir responsabilidades, fomentando la desconfianza y preocupación entre las comunidades locales respecto a la relación del gobierno boliviano con China, afirmó Zaconeta.