Política

El ferrocarril bioceánico Brasil-China indigna al Perú no consultado

China y Brasil planean un ferrocarril transcontinental hasta el puerto peruano de Chancay. Sin embargo, no consultaron a Perú sobre la amenaza a sus territorios indígenas ni a la biodiversidad y la soberanía amazónicas.

El enviado chino, Xing Wenju, firma en Brasilia un memorando con el secretario nacional de Ferrocarriles de Brasil, Leonardo Ribeiro, y la directora de Infra S.A., Elisabeth Braga, para evaluar un nuevo corredor ferroviario que unirá Brasil con el puerto de Chancay, Perú. [Ministerio de Transporte de Brasil]
El enviado chino, Xing Wenju, firma en Brasilia un memorando con el secretario nacional de Ferrocarriles de Brasil, Leonardo Ribeiro, y la directora de Infra S.A., Elisabeth Braga, para evaluar un nuevo corredor ferroviario que unirá Brasil con el puerto de Chancay, Perú. [Ministerio de Transporte de Brasil]

Por Entorno |

Un renovado impulso para construir un ferrocarril transcontinental que una el puerto brasileño de Ilhéus con el puerto peruano de Chancay, operado por China ha desatado una tormenta política y diplomática en Perú.

Aunque la ruta proyectada pasaría por más de 1 000 kilómetros de territorio peruano, nadie consultó a Lima ni la invitó a las conversaciones iniciales chino-brasileñas.

Esas conversaciones en Brasilia culminaron con la firma el 7 de julio de un memorando de entendimiento chino-brasileño.

El ministro de Relaciones Exteriores de Perú, Elmer Schialer, confirmó sin rodeos el 7 de julio la exclusión del país: "No tenemos más detalles que ustedes".

Una delegación de 11 ingenieros de China Railway Group Limited (CREC) y del Ministerio de Transporte de China visitó Porto Sul, Ilhéus, Brasil, el 16 de abril para evaluar el progreso del Ferrocarril de Integración Este-Oeste (FIOL), un segmento clave del Corredor Bioceánico propuesto, que une el Atlántico con el Pacífico a través de la Amazonía y el puerto de Chancay, Perú. [Agencia Brasil]
Una delegación de 11 ingenieros de China Railway Group Limited (CREC) y del Ministerio de Transporte de China visitó Porto Sul, Ilhéus, Brasil, el 16 de abril para evaluar el progreso del Ferrocarril de Integración Este-Oeste (FIOL), un segmento clave del Corredor Bioceánico propuesto, que une el Atlántico con el Pacífico a través de la Amazonía y el puerto de Chancay, Perú. [Agencia Brasil]

Mientras las autoridades brasileñas celebraban la participación de China State Railway Group en los estudios de viabilidad del ferrocarril, en Lima estalló la indignación por la marginación de Perú. Esta exclusión no es un descuido menor: la ruta propuesta atravesaría algunas de las extensiones con mayor biodiversidad de la Amazonía. Estas áreas albergan comunidades indígenas, incluyendo pueblos no contactados.

La idea de que un proyecto de infraestructura de tan gran escala avance sin siquiera una notificación mínima al Perú plantea preocupaciones no sólo sobre la viabilidad del proyecto, sino también sobre la posición diplomática del Perú.

Excluidos de las conversaciones

Schialer intentó restarle importancia a la situación, calificándola de asunto entre China y Brasil. Aseguró que Perú evaluaría su participación "cuando el proyecto llegue a la frontera peruano-brasileña". Pero los críticos no quedaron convencidos.

El ex ministro de Relaciones Exteriores de Perú, Miguel Rodríguez Mackay, denunció las declaraciones de Schialer como "mortificantes" y "vergonzosas", diciendo que se hacían eco de la dinámica de la era colonial, donde los países poderosos dictaban el destino del Perú.

"¿Cómo es posible que el Perú no sepa nada de lo que están pensando hacer China y Brasil?", preguntó durante una entrevista a la estación de radio Exitosa el 8 de julio. "Estas cosas, a mi juicio, son intolerables en la política exterior".

A Rodríguez Mackay le pareció incomprensible que un ferrocarril que se esperaba atravesara más de 1 000 kilómetros de territorio peruano pudiera avanzar sin siquiera una invitación formal al Perú para participar en las negociaciones.

Se avecina una amenaza ambiental

Más allá del desaire diplomático, las implicaciones medioambientales son inmensas. El ferrocarril atravesaría la selva tropical prístina de la región Madre de Dios en Perú y la Amazonía brasileña, incluidas reservas protegidas y territorios indígenas.

En 2015, la Sociedad de Antropología de las Tierras Bajas de Sudamérica advirtió que el ferrocarril podría tener "consecuencias devastadoras" para las tribus no contactadas y una de las regiones con mayor biodiversidad de la Tierra.

Activistas y grupos ambientalistas temen ahora que el proyecto pueda dar lugar a la apropiación de tierras, al aumento del narcotráfico y a una deforestación acelerada, todo ello alimentado por el impulso a la exportación de materias primas a China. El ferrocarril requeriría vías de acceso, estaciones y otras infraestructuras que fragmentarían los ecosistemas y agravarían los daños.

La región de Cerrado, en Brasil, otro punto ecológico sensible ya amenazado por el monocultivo de la soya que abastece a China, podría sufrir una destrucción aún mayor si se construye el corredor ferroviario.

Sin voz ni voto en su propio suelo

El ferrocarril bioceánico no es una idea nueva. Concebido en la década de 1950, el proyecto ha resurgido y se ha estancado en múltiples ocasiones. En 2014, China ofreció aproximadamente 100 000 millones de dólares para reactivarlo, pero las preocupaciones ambientales llevaron a Brasil a archivar el plan un año después.

Ahora, la idea ha resurgido. Una delegación china de ingenieros visitó obras clave de infraestructura en Brasil este mes de abril, incluyendo el Ferrocarril de Integración Este-Oeste (FIOL) en el estado de Bahía, el posible punto de partida del ferrocarril con destino al Pacífico que termina en Chancay.

El Perú también estaba al margen en aquella época.

La ironía es difícil de ignorar: si bien el destino final del ferrocarril se encuentra en suelo peruano, Lima no ha recibido ninguna comunicación oficial sobre los términos del acuerdo, la ruta propuesta ni ninguna evaluación técnica o ambiental.

Rodríguez Mackay calificó esta omisión como un fracaso diplomático de primer orden. "Cuando yo escuché estas declaraciones [del ministro], dije: ¿pero qué es lo que pasa aquí con el Perú?".

Por ahora, Brasil y China siguen adelante, mientras Perú observa desde la barrera. Pero la presión va en aumento por parte de la opinión pública peruana, los ambientalistas y las tribus indígenas.

El silencio diplomático puede resultar costoso y, una vez más, en nombre del desarrollo, la soberanía del Perú y la supervivencia de las comunidades amazónicas penden de un hilo.

¿Le gusta este artículo?


Captcha *