Medio Ambiente
Asentamientos menonitas aumentan las tensiones y la deforestación en la Amazonía peruana
Un estudio ha revelado que hay al menos 214 colonias menonitas en América Latina, que ocupan más tierra que los Países Bajos y aceleran la deforestación a medida que amplían sus explotaciones agrícolas hacia el interior del continente.
Por AFP |
MASISEA, Perú -- Cuando hombres armados con flechas y machetes cargaron contra ellos, Daniel Braun y sus compañeros menonitas huyeron a través de los arrozales de la Amazonía peruana, con las llamas ardiendo en los graneros que dejaban atrás.
En Masisea, un remoto asentamiento cerca de la frontera de Perú con Brasil al que sólo se puede acceder en barco por un afluente del Amazonas o por caminos de tierra, viven bajo asedio los miembros de la austera secta protestante.
Aquí, al igual que en otros países sudamericanos, estos cristianos que viven en comunidades aisladas, cuyas raíces se remontan a la Europa del siglo XVI y que rechazan la modernidad, son acusados de destruir las selvas a medida que expanden su huella agrícola en el continente.
Han establecido colonias en Argentina, Belice, Bolivia, Colombia, México y, más recientemente, Perú.
![Un niño menonita juega bajo la lluvia en Masisea, en la región peruana de Ucayali. Esta colonia ultraconservadora, descendiente de anabaptistas del siglo XVI procedentes de Alemania y los Países Bajos, está siendo investigada por la justicia por deforestación a gran escala. Los grupos indígenas, entre ellos los shipibo-konibo, acusan a los colonos de arrasar la selva con tractores y los llaman "las termitas del bosque". [Ernesto Benavides/AFP]](/gc4/images/2025/05/07/50314-menonita2-600_384.webp)
En 2024, la fiscalía peruana acusó a 44 hombres de la colonia menonita de Masisea de destruir 894 hectáreas (2209 acres) de selva virgen y solicitó penas de entre 8 y 10 años de prisión para cada uno de ellos.
Este juicio sería el primero contra una colonia menonita en América Latina por delitos ambientales.
El abogado de los hombres, Carlos Sifuentes, sostiene que las tierras estaban "ya deforestadas" cuando la comunidad las compró.
Ricos contra pobres
Un estudio realizado en 2021 por investigadores de la Universidad McGill de Canadá contabilizó 214 colonias menonitas en América Latina que ocupan unos 3,9 millones de hectáreas, una extensión mayor que los Países Bajos.
En Perú, los menonitas han establecido cinco prósperas colonias en la Amazonía en la última década.
Su presencia es una espina en el costado de la comunidad indígena shipibo-konibo, formada por 780 personas, que viven a orillas del lago Imiría, a unos 16 km de Masisea.
Los shipibo-konibo viven en chozas de madera con techos de palma o zinc, sin electricidad ni agua corriente, y sobreviven gracias a la pesca y la agricultura de subsistencia.
Acusan a los menonitas más ricos, a quienes llaman "las termitas del bosque", de ocupar ilegalmente unas 600 hectáreas de su territorio de 5000 hectáreas.
"Los menonitas están haciendo chacras dentro del territorio comunal (...) Siempre deforestan. Es un crimen ambiental lo que ellos hacen", dijo a AFP el líder indígena Abner Ancon, de 54 años.
Carruajes tirados por caballos
Los menonitas llegaron a Perú desde la vecina Bolivia.
David Klassen, de 45 años y padre de cinco hijos de entre siete y veinte años, afirmó que se vieron obligados a emigrar por la escasez de tierras agrícolas y por las políticas de la "izquierda radical" de Bolivia.
Hoy en día, este enclave autosuficiente está formado por unas 63 familias que crían ganado vacuno y porcino y cultivan arroz y soja en 3200 hectáreas, utilizando generadores diésel para obtener energía.
Los hombres y los niños visten camisas a cuadros, tirantes y sombreros o gorras. Las mujeres y las niñas usan vestidos largos y el pelo recogido en trenzas apretadas o moños.
La comunidad, que habla un dialecto alemán pero cuyos líderes hablan un español aceptable, tiene poco contacto con el mundo exterior y depende de tractores y carros tirados por caballos como principales medios de transporte.
Tras 10 años de convivencia pacífica con sus vecinos indígenas, el asentamiento fue atacado el pasado mes de julio.
Braun dijo que estaba sentado con otros hombres fuera de un granero cuando un grupo de hombres shipibo-konibo apareció de la nada.
"Entraron con flechas, machetes (...) Y dicen: una o dos horas tienen para salir", recuerda el hombre de 39 años, y agrega que incendiaron la propiedad.
Nadie resultó herido en el enfrentamiento, pero podían verse a través de la larga hierba los restos carbonizados de un cobertizo y un granero, así como los tejados de zinc.
Ancon admitió que la guardia indígena de su comunidad había expulsado a los menonitas, pero afirmó que lo habían hecho "sin violencia".
Una mínima parte del daño
Linda Vigo, abogada de los shipibo-konibo, acusó a los colonos de contratar gente para talar el bosque, "y cuando ya está todo talado, los menonitas llegan con sus tractores a aplanar todo, y luego vas y lo encuentras todo cultivado".
El modelo agrícola menonita riñe con las "expectativas ecologistas", reconoce Pedro Favaron, especialista en pueblos indígenas de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Pero argumentó que las tierras que los menonitas compraron a los colonos mestizos en Masisea "ya estaban depredadas".
El Programa Independiente de Monitoreo de la Amazonía Andina, que realiza un seguimiento de la deforestación y los incendios, estima que la superficie deforestada por los menonitas en Perú desde 2017 asciende a 8660 hectáreas.
Es una mínima parte de los 3 millones de hectáreas de bosque perdidas en las últimas tres décadas en el país andino, principalmente por incendios, minería ilegal y deforestación causada por otros grupos.
De pie en medio de un verde campo de arroz, Klassen aseguró: "Nos gusta el campo... no queremos destruirlo todo".