Crimen y Justicia

La guerra interna de Ecuador: La explotación de los menores soldados

En Ecuador, el crimen organizado se aprovecha de las niñas, reclutándolas en redes de violencia sexual donde los líderes criminales las tratan como si fueran de su propiedad. Detrás de la oleada de desaparición de menores se esconde una realidad más oscura.

Familiares de menores desaparecidos se abrazan frente a un muro conmemorativo en el que se exponen fotos y ropa de los desaparecidos en Ecuador. A medida que el crimen organizado se apodera del país, las desapariciones aumentan, y las niñas se convierten en el blanco de las redes criminales para su explotación sexual. [Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos].
Familiares de menores desaparecidos se abrazan frente a un muro conmemorativo en el que se exponen fotos y ropa de los desaparecidos en Ecuador. A medida que el crimen organizado se apodera del país, las desapariciones aumentan, y las niñas se convierten en el blanco de las redes criminales para su explotación sexual. [Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos].

Por Catalino Hoyos |

QUITO -- Eliana tenía sólo 15 años cuando, el 19 de marzo, empuñó un fusil e irrumpió en el Hospital General Docente de Ambato (Ecuador) junto a otros seis miembros de la banda criminal Los Lobos.

Horas después, las autoridades encontraron su cuerpo sin vida a orillas del río Ambato.

Sufrió una herida mortal en el tiroteo en el hospital, donde había intentado rescatar a un compañero de banda herido que recibía tratamiento mientras estaba detenido.

Aunque su nombre nunca apareció en las listas oficiales de personas desaparecidas, su historia expone de forma brutal el alarmante aumento del reclutamiento de menores en Ecuador, un fenómeno que arrastra a los adolescentes a las garras del crimen organizado y con frecuencia los condena a una muerte temprana y anónima.

Detenidos, armas, drogas y municiones se exhiben ante los medios de comunicación tras una operación llevada a cabo en un vecindario donde al menos 22 personas fueron asesinadas en Guayaquil, Ecuador, en marzo, antes de las elecciones presidenciales. [Marcos Pin/AFP]
Detenidos, armas, drogas y municiones se exhiben ante los medios de comunicación tras una operación llevada a cabo en un vecindario donde al menos 22 personas fueron asesinadas en Guayaquil, Ecuador, en marzo, antes de las elecciones presidenciales. [Marcos Pin/AFP]

La ola de violencia que se ha apoderado de Ecuador en los últimos años ha agravado drásticamente la desaparición de niños y adolescentes.

En 2023, el Ministerio del Interior informó de la desaparición de 171 menores; un año después, esa cifra casi se había duplicado hasta alcanzar los 322 casos. Solo en los primeros meses de 2025, hasta el 18 de marzo, desaparecieron en promedio tres menores cada día.

Estas estadísticas sólo contabilizan los casos en los que los menores no regresaron a casa al cabo de 20 días.

Una investigación de CONNECTAS, basada en datos del Ministerio del Interior y publicada el 10 de abril, reveló que desde 2017 a la fecha se desconoce el paradero de al menos 868 niños, niñas y adolescentes en Ecuador.

Analistas e investigadores dijeron al medio que las causas detrás de estas desapariciones son variadas, pero convergen en torno a tres factores principales: el reclutamiento forzado por parte de bandas criminales, la explotación sexual y la creciente influencia del crimen organizado en todo el país.

Miguel Egas, director de la unidad de desaparecidos de la Policía (DINASED), confirmó a CONNECTAS que los grupos armados organizados reclutan a la fuerza a menores de edad para incorporarlos a sus redes criminales.

Las niñas se llevan la peor parte

Una estadística alarmante revela que el 71% de los menores desaparecidos son niñas, muchas de las cuales son reclutadas por las bandas no sólo para actividades delictivas, sino también para abusar sexualmente de ellas.

"Las niñas se exponen también al reclutamiento sexual", afirmó una fuente anónima en un testimonio recogido por la ONG Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH) y publicado a finales de 2023.

Según el testimonio, algunas menores se convierten en "propiedad" de los líderes criminales. “Si esta persona empezaba a andar con él ya no podía andar con nadie más. Y estas niñas siempre andaban vigiladas con una persona que él le pusiera”, explicó la fuente.

Katherine Herrera, académica especializada en seguridad pública y consultora política, ha estudiado de cerca este fenómeno.

Según su informe “Doble criminalización en cantones de alta peligrosidad en Ecuador”, publicado en 2023, las bandas suelen reclutar a menores de entre 12 y 17 años porque pueden eludir más fácilmente los controles de las fuerzas de seguridad.

“Las organizaciones ilegales prefieren a los niños porque pueden transportar drogas o armas y no despertar sospechas entre las autoridades”, explicó Herrera.

Su estudio destaca los incentivos económicos que hay detrás de esta captación. Un menor puede ganar entre 3 000 y 4 000 dólares por sus servicios dentro de bandas dedicadas al tráfico de drogas y la extorsión.

Riqueza y entusiasmo pasajeros

En un país donde más del 25% de los niños viven en la extrema pobreza, tales sumas - equivalentes a más del salario mínimo mensual (470 dólares), representan la promesa de una movilidad social inmediata, aunque fugaz y peligrosa.

“Estos grupos los manipulan tan bien, que les instauran una creencia basada en el día a día”, señaló Herrera. “Cuando ellos piensan en el día a día no consideran el futuro, si se mueren o no. No miden las consecuencias de sus actos, esto les da adrenalina y quieren seguir dentro de este círculo”.

Los datos reflejan la profundidad de la crisis. Según Herrera, los principales delitos cometidos por menores son los delitos contra la propiedad (35%), el tráfico de drogas (17%) y los delitos contra la seguridad pública (16%).

En las esquinas de los barrios más pobres de Guayaquil y de otras ciudades ecuatorianas, la presencia de grupos delictivos se ha vuelto tan cotidiana como el sonido del tránsito o los gritos en una cancha de fútbol improvisada.

En estas calles, la infancia y la delincuencia coexisten ahora incómodamente, separadas por una línea que cada día se vuelve más delgada, una línea trazada por la pobreza, el abandono y la impunidad de los delincuentes de alto rango. Y cada día que pasa, más niños se ven empujados a cruzarla.

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