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La ofensiva mediática de China: ganar influencia y contratos en el espacio informativo de América Latina

Las embajadas chinas y los medios de comunicación estatales han firmado silenciosamente acuerdos en toda América Latina que dan acceso a contenidos, coproducciones y financiación chinos, a menudo con escaso control público. ¿Se trata de poder blando o de influencia estratégica?

Un niño escucha a través de un megáfono durante una manifestación en Hong Kong. [Mike Clarke/AFP]
Un niño escucha a través de un megáfono durante una manifestación en Hong Kong. [Mike Clarke/AFP]

Por Entorno |

China está redefiniendo sigilosamente el mapa mediático de América Latina.

Un libro del periodista e investigador Igor Patrick ofrece una visión puntual y reveladora de cómo la estrategia de los medios de comunicación estatales de Pekín ha pasado de ser un experimento de poder blando a una estrategia multimodal de campaña de influencia con impacto en el mundo real.

Titulado“Corazones y mentes, votos y contratos: los medios estatales chinos en América Latina”, el reportaje de marzo de 2024 pone de manifiesto cómo los medios de comunicación chinos, entre ellos Xinhua, CGTN y China Media Group, se están integrando progresivamente en los ecosistemas informativos latinoamericanos, no a través de propaganda abierta sino mediante acuerdos de contenido, intercambios de periodistas y alianzas estratégicas con medios locales con problemas económicos.

Los medios de comunicación estatales chinos no están tratando de convencer al mundo de las virtudes de su sistema, sino más bien de sembrar dudas sobre los valores democráticos liberales y la credibilidad de los medios occidentales, afirma el autor. En otras palabras, Pekín no está tratando de ganarse el cariño de nadie, solo quiere que se confíe menos en Occidente.

Una historia de influencia, no de invasión

Lo que diferencia a este libro de otras visiones alarmistas sobre la injerencia extranjera es su atención a los matices. Patrick no describe una toma hostil de los medios de comunicación latinoamericanos por parte de Pekín.

En su lugar, registra un enfoque metódico y pragmático que aprovecha el declive del compromiso de Estados Unidos y la desconfianza generalizada en las instituciones locales.

La estrategia de China es sencilla: proporcionar contenidos gratuitos o subvencionados, ofrecer asistencia técnica y formación, y presentar el auge mundial de China como algo inevitable y benigno. Muchos medios de comunicación latinoamericanos, en particular las emisoras públicas y los periódicos regionales con escasos recursos, están deseosos de aceptar.

Como se señala en el libro, el modelo de los medios de comunicación estatales chinos tiende a resultar más atractivo, ya sea porque los medios latinoamericanos se enfrentan a "restricciones presupuestarias" o porque están alineados políticamente con gobiernos que buscan alternativas a las narrativas occidentales.

"Puede que la estrategia china no haya convencido a los académicos occidentales, pero sí ha encontrado el favor de ciertas élites autoritarias latinoamericanas deseosas de alcanzar la prosperidad sin renunciar al control político", según el libro.

El enfoque de los medios estatales de Pekín en la región está alineado con su modelo más amplio de compromiso global: uno que desafía la hegemonía occidental al tiempo que posiciona la vía de desarrollo de China como una alternativa atractiva, según Patrick.

No es solo una cuestión de contenido. En varios países, las embajadas chinas y los medios de comunicación estatales han firmado memorandos de entendimiento con las emisoras nacionales, a menudo con escaso control público.

Estos acuerdos suelen garantizar el acceso a la programación china, oportunidades de producción conjunta y, en ocasiones, incluso apoyo financiero.

Periodistas en viajes oficiales

Una de las herramientas más eficaces de China ha sido una serie de programas de intercambio de periodistas. Desde principios de la década de 2010, cientos de periodistas latinoamericanos han viajado a China con todos los gastos pagos. Pekín presenta estos viajes como una oportunidad de desarrollo profesional, pero a menudo incluyen un programa de visitas a fábricas estrictamente controladas, entrevistas dramatizadas y brillantes relatos sobre la innovación china.

China trata a los periodistas latinoamericanos no tanto como observadores independientes, sino más bien como socios en la amplificación de discursos favorables. Ofrece acceso, formación y contenidos a cambio de colaboración, afirma Patrick.

Algunos periodistas que participan en estos intercambios pasan posteriormente a dirigir redacciones u oficinas de comunicaciones públicas en sus países de origen, creando redes de influencia informales pero poderosas.

Compitiendo con el silencio

El libro señala un contraste cada vez mayor entre la sostenida expansión cultural y mediática de China en América Latina y los enfoques más tradicionales de otros actores internacionales. A través de inversiones en programas de idiomas, alianzas con medios de comunicación estatales e intercambios de periodistas, Pekín ha construido una infraestructura de comunicación que a menudo pasa desapercibida.

Pekín no compite por el dominio. Compite con la ausencia, aprovechando los momentos de desvinculación de otros actores para avanzar silenciosamente en sus intereses discursivos.

La estrategia de China ha ganado especial fuerza en países con tendencia autoritaria como Venezuela, Cuba y Nicaragua, donde los gobiernos son más receptivos a su mensaje.

Pero el alcance del discurso de Pekín va mucho más allá de la ideología. Países conservadores como El Salvador y República Dominicana han firmado acuerdos mediáticos con entidades chinas, a menudo presentándolos como oportunidades de desarrollo, inversión y visibilidad global.

En toda la región, la narrativa del Partido Comunista Chino está llenando progresivamente los vacíos informativos, independientemente de la orientación política.

Sin embargo, estas alianzas no están exentas de riesgos.

La creciente presencia de los medios de comunicación chinos en la región a menudo carece de transparencia y puede difuminar las líneas entre el periodismo, los mensajes del Estado y la influencia estratégica, afirma Patrick, quien expresa su preocupación por la independencia editorial y la libertad de prensa a largo plazo.

El precio del contenido gratuito

La reflexión más inquietante de "Corazones y mentes, votos y contratos" no es la presencia de contenidos chinos en sí misma, sino la opacidad que rodea su integración en los medios locales. Pocos medios revelan cuándo publican contenidos proporcionados por el Estado, y aún menos indican que proceden de un gobierno extranjero.

Esa opacidad plantea cuestiones éticas y presenta riesgos. Como dice Patrick, la difuminación de las líneas entre el periodismo, las relaciones públicas y los mensajes del Estado socava la confianza pública y debilita el papel de la prensa como contrapeso del poder.

El libro aboga por una mayor cultura mediática, requisitos de divulgación más estrictos y colaboración regional para defender la independencia editorial. El objetivo es evitar que la influencia silenciosa se convierta en un control sin límites.

Corazones y mentes ofrece fundamentalmente un espejo no solo de América Latina, sino del Sur Global en general. La estrategia mediática de China es adaptable, paciente y, a menudo, invisible hasta que sus efectos se consolidan. A medida que Pekín perfecciona su método, otros harían bien en comprender no solo lo que está haciendo China, sino también por qué funciona.

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