Medio Ambiente

Agricultores bolivianos se plantean si quemar tierras o plantar árboles tras devastadores incendios forestales

El año pasado, en las tierras bajas orientales de Bolivia, aproximadamente 10,7 millones de hectáreas de bosque tropical seco (un área comparable al tamaño de Portugal) fueron consumidas por incendios forestales.

Vista aérea de un bosque quemado tras un incendio forestal cerca de Santa Ana de Velasco, departamento de Santa Cruz, en la región de la Chiquitania de Bolivia, el 11 de febrero. [Rodrigo Urzagasti/AFP]
Vista aérea de un bosque quemado tras un incendio forestal cerca de Santa Ana de Velasco, departamento de Santa Cruz, en la región de la Chiquitania de Bolivia, el 11 de febrero. [Rodrigo Urzagasti/AFP]

Por AFP |

SANTA CRUZ, Bolivia -- Menos de un año después de los peores incendios forestales de la historia de Bolivia, los agricultores enfrentan una decisión crítica: seguir usando el fuego para despejar tierras para la agricultura o plantar árboles para combatir la creciente amenaza de sequía.

Según el Instituto Boliviano de Investigaciones Forestales (IBIF), una organización sin fines de lucro, alrededor de 10,7 millones de hectáreas de bosque tropical seco, un área aproximadamente del tamaño de Portugal, se quemaron en las tierras bajas orientales de Bolivia el año pasado.

Aunque los incendios recibieron menos atención que los del otro lado de la frontera en Brasil, mataron al menos a cuatro personas, según las autoridades bolivianas, y provocaron una contaminación de carbono récord, según el monitor climático de la Unión Europea.

La causa de los incendios, que se propagaron rápidamente en una región afectada por una prolongada sequía que los científicos atribuyen al cambio climático, fue ampliamente atribuida a los intentos de realizar quemas controladas.

Mujeres elaboran bombas de semillas con tierra para reforestar zonas afectadas por incendios forestales en Santa Ana de Velasco, departamento de Santa Cruz, en la región de la Chiquitania de Bolivia. [Rodrigo Urzagasti/AFP]
Mujeres elaboran bombas de semillas con tierra para reforestar zonas afectadas por incendios forestales en Santa Ana de Velasco, departamento de Santa Cruz, en la región de la Chiquitania de Bolivia. [Rodrigo Urzagasti/AFP]

Julia Ortiz, cultivadora de sésamo, conoce muy bien los peligros de los "chaqueos" (agricultura de tala y quema) que practican los agricultores grandes y pequeños en Bolivia, particularmente en las praderas tropicales de la región de Chiquitania.

Hace cinco años, ella y su familia pasaron una noche entera intentando controlar un incendio que ellos mismos habían provocado.

"Le puede pasar a cualquiera. La mayoría de nosotros vivimos de la agricultura y tenemos que hacer quemas", expresó la agricultora indígena de 46 años mientras cosechaba sus plantas y las apilaba al sol para que se secaran.

Los incendios del año pasado fueron de una magnitud mucho mayor.

Carmen Peña, de 59 años, vive en Santa Ana de Velasco, un poblado de caminos de tierra rodeado de bosques y praderas. Perdió sus cultivos de plátano y yuca.

"No sé cómo seguiremos sobreviviendo porque nuestros alimentos se nos acaban", señaló Peña, quien al igual que la mayoría de los residentes de Santa Ana, vive exclusivamente de la agricultura.

Sin maquinaria

A medida que los nuevos retoños empiezan a brotar de la tierra arrasada por el fuego, nuevos incendios se encienden en otras zonas, ya que algunos agricultores de Santa Ana siguen limpiando la vegetación para cultivar.

Los troncos carbonizados del terreno de Ortiz indican un incendio reciente, mientras la comunidad se embarca en un importante programa de plantación de árboles.

Según un informe del IBIF, el 63,6% de las tierras dañadas por los incendios del año pasado estaban en zonas forestales, lo que indica una "fuerte presión para ampliar la frontera agrícola".

David Cruz, especialista en cambio climático de la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, la capital de Bolivia, acusa al Estado de instigar la deforestación al indultar a los condenados por provocar incendios, dar a los agricultores extensiones de plazo para cumplir con las regulaciones ambientales y permitirles quemar grandes extensiones de tierra.

Los incendios son la única forma que tienen los agricultores de limpiar la tierra, a falta de maquinaria para enterrar los árboles talados, explicó Ortiz.

"Si hubiera un tractor, ya no se necesitaría chaquear", agregó.

Pero ni ella ni sus 1.700 vecinos pueden permitirse alquilar un tractor, mucho menos comprarlo, y los que pertenecen al municipio están todos en reparación.

"Así nosotros trabajamos, corriendo el riesgo de que el fuego se descontrole. Pero no tenemos más", comentó.

"Bombardeo" de árboles

Ante la escasez de agua, que está provocando que los cultivos se marchiten en los campos, un grupo de mujeres locales (la mayoría de los hombres han abandonado el pueblo para buscar trabajo) han unido sus fuerzas para replantar árboles utilizando un método pionero en Nepal.

Con las manos amasan "bombitas" (pequeñas esferas) de tierra, que rellenan con semillas de árboles autóctonos.

Luego los drones los lanzan sobre 500 hectáreas de tierra deforestada, con financiación de la ONG suiza Swisscontact y de la propia fundación boliviana Flades.

Unas 250.000 "bombitas" serán lanzadas desde el aire a partir de marzo.

Los ambientalistas han utilizado técnicas de reforestación similares en Perú y Brasil.

"Sin bosques no tendremos agua", comentó Joaquín Sorioco, agricultor y técnico forestal de Santa Ana, expresando su esperanza de que la siembra "ayudará a que (el suelo) retenga más humedad".

La Fundación Flades espera que los incendios del año pasado hayan servido como una llamada de atención sobre los estragos que causan las prácticas de desmonte de tierras.

"Ha sido muy duro lo que se vivió el año pasado. Y, si vale el término, ha servido para tomar conciencia", declaró Mario Rivera, director de la fundación.

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