Medio Ambiente
Los habitantes de la Amazonia brasileña, hastiados, exigen el fin de los incendios
La Amazonia brasileña registró más de 140.000 incendios en 2024, la cifra más alta en 17 años. El calentamiento global los alimenta, pero la mayoría son provocados para el pastoreo de ganado, la agricultura o la tala ilegal.
![Vista aérea de un terreno en venta tras ser afectado por incendios forestales en la zona privilegiada de Breves, en la región amazónica del archipiélago de Marajo, Brasil. [Pablo Porciúncula/AFP]](/gc4/images/2025/02/03/49001-brazil12-600_384.webp)
Por AFP |
BREVES, Brasil -- Giovana Serrao no estaba en casa cuando un incendio en un campo agrícola vecino se salió de control y destruyó sus palmas de acai en la isla de Marajo en la Amazonía brasileña.
Paulinho dos Santos recuerda las oscuras noches de noviembre cuando saltaba de la cama para apagar con cubos de agua las llamas que amenazaban su granja.
Y las dos hijas de María Leao sufrieron una sinusitis, provocada por una nube de humo que durante semanas envolvió Breves, la ciudad más grande de Marajo, rodeada de mar y ríos en el estado norteño de Pará.
Como ellos, muchos residentes de la región sintieron el impacto de los incendios en la Amazonía brasileña, que fueron más de 140 000 en 2024, la cifra más alta en 17 años.
![Giovana Serrao posa para una fotografía frente a sus palmeras de açaí, que fueron quemadas por un incendio descontrolado en la región amazónica del archipiélago de Marajo en Breves, Brasil. [Pablo Porciúncula/AFP]](/gc4/images/2025/02/03/49003-brazil33-600_384.webp)
![Vista aérea de un terreno en venta afectado por incendios forestales en la zona privilegiada de Breves, en la región amazónica del archipiélago de Marajo, Brasil. [Pablo Porciúncula/AFP]](/gc4/images/2025/02/03/49002-brazil22-600_384.webp)
La situación fue peor en el estado de Pará, cuya capital, Belem, acogerá en noviembre la conferencia climática COP30, con más de 56.000 incendios durante el pico de la crisis de incendios del año pasado.
Según los científicos, los incendios estaban relacionados con el calentamiento global, que seca la vegetación y la hace más inflamable.
Pero casi siempre comienzan con agricultores que limpian tierras para pastos o agricultura, o con madereros ilegales.
"Semanas insostenibles"
"Vivimos semanas insostenibles. No conseguíamos salir a la calle porque no veíamos nada. El centro de atención médica estaba saturado por pacientes con dolencias respiratorias", declaró el profesor Zairo Gomes, de 51 años, uno de los líderes sociales de Breves.
En ese momento, el monitor de calidad del aire de la universidad federal de la ciudad registró 480 microgramos por metro cúbico de partículas finas nocivas (PM2,5), muy por encima del límite de 15 establecido por la Organización Mundial de la Salud para 24 horas.
Breves, una ciudad empobrecida de 107 000 habitantes, depende principalmente de su puerto fluvial que conecta Marajo con Belem, la capital del estado.
El desempleo es generalizado y gran parte de la población depende del cultivo del fruto del acai, un alimento básico en la dieta de Pará.
Las autoridades estuvieron notablemente ausentes durante la crisis de incendios que duró dos meses, de octubre a noviembre, señala Gomes.
Los vertederos a cielo abierto de la ciudad, plagados de buitres en medio de un fuerte hedor, reflejan la falta de saneamiento.
Cuando fueron contactados, ni el alcalde ni el secretario de Medio Ambiente respondieron a las solicitudes de información de la AFP.
Movilización popular
La ola de incendios provocó una movilización popular sin precedentes.
"Conseguimos algo muy importante: los ciudadanos empezaron a hablar de medioambiente, cambio climático e incendios criminales. Dejamos de sufrir pasivamente", explicó Gomes.
Este movimiento llevó a la creación de un colectivo llamado "Breves pide auxilio, por el derecho de respirar", que se reúne periódicamente para presionar a las autoridades y evitar destrucciones similares durante la estación seca, que comienza cada mes de julio.
"Queremos más recursos para los bomberos locales", que están desbordados. "Y castigos para los responsables", afirmó Maria Leao, una partera de 50 años y activista del movimiento.
La mayoría de los incendios en la Amazonía quedan impunes y menos del 1% de las multas impuestas se pagan, descubrió Greenpeace.
La policía carece de recursos
"Nos faltan recursos para combatir el fuego y detener a los responsables", admite el teniente coronel Luciano Morais, en la sede de la policía militar de Breves.
En 2024, "solo realizamos dos detenciones", porque es "muy difícil probar" quién está detrás de los incendios, que suelen provocarse de noche, agrega.
A esas horas las fuerzas "no quieren entrar en la selva. Y nadie quiere hablar", por miedo o ignorancia, señaló.
Afuera de su granja en las afueras de la ciudad, Paulinho dos Santos, de 65 años, indicó que no sabe quién inició los incendios que lo mantuvieron despierto durante las noches.
"Casi mejor, porque hubiese podido cometer cualquier tontería", comenta, todavía afectado.
El jubilado perdió vegetación en el 40% de su terreno, aunque su casa y su gallinero sobrevivieron.
Culpable impune
Sin embargo, Serrao señaló a su vecino, quien destruyó su plantación de acai al quemar su campo para cultivar.
"La policía fue a hablar con él, pero ahí sigue", dice esta mujer, de 45 años.
Junto a su esposo, Serrao plantó hace siete años sus palmeras gracias a un préstamo bancario que al fin iba a poder reembolsar con la venta del açaí a las escuelas de Breves.
"Ahora no sabemos qué vamos a hacer", confiesa, en medio de los árboles calcinados.
Junto a ella, Gomes agrega: "Debemos organizarnos y unirnos con las ciudades vecinas, que también piden ayuda. Estamos en la misma lucha. ¡Basta de incendios!".