Por Entorno y AFP | 2024-10-08

SÃO PAULO -- En poco más de dos décadas, el brasileño Helio da Silva ha plantado por su cuenta cerca de 40.000 árboles en la jungla urbana que es São Paulo.

Exejecutivo de la industria alimentaria, Da Silva dice que lo llamaron "loco" cuando comenzó a transformar ese lugar, entre dos avenidas muy transitadas, que era frecuentado por consumidores de drogas.

Hoy en día, allí se encuentra el Parque Lineal de Tiquatira, con miles de árboles de 160 especies, distribuidos en una franja de terreno de 3,2 kilómetros de largo por 100 metros de ancho.

Da Silva, de 73 años, comentó a la AFP que lo hizo porque "quería dejar un legado” a la ciudad que le acogió. “Empecé y nunca paré", dijo.

Hace décadas que Da Silva vive en São Paulo, la ciudad más grande de Latinoamérica, adonde se mudó desde su Promissão natal, ubicada a unos 500 kilómetros de allí.

Sin ninguna autorización formal, el hombre comenzó en 2003, sin más financiación que sus propios ahorros, a recolectar y comprar brotes para plantar en su ciudad de adopción.

Cinco años después, São Paulo nombró formalmente a su proyecto el primer parque lineal de la ciudad.

Según el municipio, se han identificado 45 tipos de aves en el parque.

"Mira cómo ha transformado esa zona que estaba degradada. ¡Es espléndido!", dijo Ángela María Fiorindo Pereira, una maestra jubilada de 69 años que camina frecuentemente por el parque.

Los espacios verdes son esenciales para reducir las temperaturas en áreas urbanas de concreto y mejorar la calidad del aire, afirman los ecologistas.

São Paulo, una ciudad de 12 millones de habitantes, está muy contaminada y recientemente su calidad del aire se ha degradado aún más debido a los incendios forestales que asolan Brasil.

Más de 11,4 millones de acres de la Amazonia brasileña se han quemado entre enero y agosto de 2024, lo que convierte a este año en el peor para los incendios en la Amazonia desde 2005, según datos de MapBiomas Fire Monitor.

Abrazador de árboles

Da Silva dijo que se le ocurrió la idea en 2003, mientras caminaba con su esposa, Leda, en lo que entonces era una zona abandonada de la metrópolis.

Calcula que ha gastado unos 7.000 dólares por año en el proyecto, al tipo de cambio actual, aunque no reveló el total de su desembolso.

Jubilado desde 2022, el hombre pasa sus días revisando sus árboles para ver si necesitan poda o compostaje.

Está orgulloso de su trabajo y le gusta pasear entre los árboles, deteniéndose de vez en cuando para abrazar un tronco o señalar una familia de árboles, desde un ejemplar bisabuelo hasta su bisnieto.

Da Silva suele llevar consigo dos álbumes de fotos que muestran la transformación del terreno, y es recibido con cariño dondequiera que va.

Dice que le toma unos 10 minutos plantar un brote y le gusta hablarles "en voz baja" para que la gente no piense que está loco "otra vez".

Da Silva recibe ayuda esporádica de voluntarios, pero su entusiasmo por el trabajo permanece intacto a pesar de la edad.

Su objetivo final es plantar 50.000 árboles, revela el hombre cuya tarjeta de presentación lo define como: "Helio da Silva, Plantador de árboles".