Energía

Ecuador prohibió el petróleo de Amazonas, pero el presidente brasileño Lula tiene intenciones de perforar

El gobierno de Lula está estudiando una propuesta de la petrolera estatal Petrobras para explorar un bloque petrolífero en alta mar cerca de la desembocadura del río Amazonas. Es una zona sensible con una variada fauna y flora.

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, hace una declaración a la prensa durante la Cumbre Amazónica celebrada en Belem, estado de Pará, Brasil, el 9 de agosto. El gobierno de Lula quiere que la petrolera estatal Petrobras explore el bloque "FZA-M-59" en alta mar, cerca del estuario donde el río Amazonas, la pulsante aorta de la selva tropical, desemboca en el Atlántico. [Evaristo Sa/AFP]
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, hace una declaración a la prensa durante la Cumbre Amazónica celebrada en Belem, estado de Pará, Brasil, el 9 de agosto. El gobierno de Lula quiere que la petrolera estatal Petrobras explore el bloque "FZA-M-59" en alta mar, cerca del estuario donde el río Amazonas, la pulsante aorta de la selva tropical, desemboca en el Atlántico. [Evaristo Sa/AFP]

AFP |

RIO DE JANEIRO -- El momento elegido no fue casual: justo cuando Ecuador anunciaba su histórica decisión de detener la explotación petrolera en la reserva natural de la selva amazónica, Brasil anunciaba sus enormes planes de inversión en combustibles fósiles, que incluyen explotación petrolera cerca de la desembocadura del río Amazonas.

El petróleo es un tema cada vez más incómodo para el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que se presenta a sí mismo como un cruzado del clima pero al mismo tiempo es criticado por sus planes de hacer crecer la mayor economía de Latinoamérica con combustibles fósiles.

El mayor cliente extranjero del petróleo brasileño es China que compró casi 27 millones de toneladas de petróleo brasileño en 2022.

Las contradicciones climáticas de Brasil salieron a la luz el 21 de agosto, después de que Ecuador anunciara que los votantes habían decidido, en un referéndum sin precedentes, detener la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní que se caracteriza por su gran biodiversidad.

El líder indígena brasileño Tabata Kayapo camina en un campamento indígena en Belém, estado de Pará, Brasil, el 7 de agosto. Un plan brasileño para explorar un bloque mar adentro cerca del estuario donde el río Amazonas desemboca en el Atlántico ha provocado protestas de ecologistas, grupos indígenas y residentes de Marajo, la isla en el corazón del estuario del Amazonas. [Evaristo Sa/AFP]
El líder indígena brasileño Tabata Kayapo camina en un campamento indígena en Belém, estado de Pará, Brasil, el 7 de agosto. Un plan brasileño para explorar un bloque mar adentro cerca del estuario donde el río Amazonas desemboca en el Atlántico ha provocado protestas de ecologistas, grupos indígenas y residentes de Marajo, la isla en el corazón del estuario del Amazonas. [Evaristo Sa/AFP]
Isidro Lucitante (derecha), curandero de la etnia indígena cofán, participa en una ceremonia de consumo de Yage (Ayahuasca) en el pueblo de Avie, en Lago Agrio, provincia de Sucumbíos, región amazónica ecuatoriana. Tras una consulta popular celebrada el 20 de agosto, Ecuador anunció la decisión histórica de detener la explotación de petróleo en el Parque Nacional Yasuní y prohibir toda explotación minera en el Chocó Andino. [Pedro Pardo/AFP]
Isidro Lucitante (derecha), curandero de la etnia indígena cofán, participa en una ceremonia de consumo de Yage (Ayahuasca) en el pueblo de Avie, en Lago Agrio, provincia de Sucumbíos, región amazónica ecuatoriana. Tras una consulta popular celebrada el 20 de agosto, Ecuador anunció la decisión histórica de detener la explotación de petróleo en el Parque Nacional Yasuní y prohibir toda explotación minera en el Chocó Andino. [Pedro Pardo/AFP]

"Esperamos que el gobierno brasileño siga el ejemplo de Ecuador (...) y deje bajo tierra el petróleo del estuario del Amazonas", declaró en un comunicado Marcio Astrini, director del Observatorio del Clima, una coalición de grupos ecologistas.

Brasil, que ocupa el 60 % del territorio de la Amazonia, también fue objeto de críticas cuando organizó en agosto una cumbre de alto nivel sobre la mayor selva tropical del mundo. Durante el evento Lula y otros líderes regionales hicieron caso omiso de los llamados a adoptar la promesa del presidente colombiano, Gustavo Petro, de detener la explotación del petróleo.

Pocas horas después de que se anunciara el resultado del referéndum en Ecuador, que mereció los elogios de los defensores del clima de todo el mundo, la oficina de Lula publicó un comunicado de prensa del Ministerio de Energía anunciando los planes de su administración de invertir 335.000 millones de BRL (69.000 millones de dólares) en el sector del petróleo y el gas en los próximos años.

El Ministerio quiere que la petrolera estatal Petrobras explore el bloque "FZA-M-59", en alta mar, cerca del estuario donde el río Amazonas, la palpitante aorta de la selva tropical, desemboca en el Atlántico.

Este proyecto ha desencadenado una batalla entre los miembros del gobierno de Lula.

Después de que IBAMA, la agencia de protección medioambiental, le negara a Petrobras una licencia de exploración en mayo, alegando la falta de estudios medioambientales, el Ministerio público declaró el 22 de agosto que los estudios "no eran indispensables" y pidió iniciar un proceso de reconciliación.

"No puede haber una 'reconciliación'; se trata de hechos técnicos", replicó la Ministra de Medio Ambiente, Marina Silva.

El gran sueño petrolero de Lula

Lula, el veterano de la izquierda, volvió al cargo en enero prometiendo proteger la Amazonía, un recurso vital contra el cambio climático, tras cuatro años de creciente destrucción bajo el mandato del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).

Pero este ex obrero metalúrgico de 77 años de edad también ha declarado que "sueña" con extraer petróleo en el norte de Brasil.

Guyana, el pequeño país vecino de Brasil al norte, ha ganado miles de millones desde 2019 con las perforaciones en aguas cercanas, ganándose el apodo de "el Dubai de Sudamérica".

El proyecto brasileño ha provocado protestas de los ecologistas, grupos indígenas y residentes de Marajo, la isla situada en el corazón del estuario del Amazonas.

Afirman que las explotaciones petroleras podrían ser catastróficas para una región ecológicamente sensible, conocida por sus manglares, su fauna salvaje, sus vibrantes comunidades pesqueras y su conexión con la selva tropical.

"La mayor parte del planeta está sufriendo las consecuencias del saqueo de la naturaleza en busca de riquezas", afirmó la líder indígena Naraguassu, de 60 años. Para su pueblo, los Caruana, el lugar donde el Amazonas se encuentra con el Atlántico se considera sagrado.

"Las temperaturas están subiendo. La Tierra nos está diciendo que algo va mal", declaró en una entrevista a AFP.

Luis Barbosa, del Observatorio del Marajo, un grupo local de defensa de los derechos, subrayó que la subida del nivel del mar provocada por el calentamiento global representa una amenaza para los lugares como el estuario del Amazonas.

"Seguir quemando combustibles fósiles pone en peligro la propia existencia de Marajo", afirmó.

"Frontera de la energía"

Petrobras afirma que el proyecto "abrirá una importante frontera de la energía" y contribuirá a una "transición a la energía sostenible".

Señala que el lugar de exploración propuesto está a más de 500 km de la desembocadura del Amazonas, y afirma que cuenta con "sólidos" procedimientos de contención en caso de derrame de petróleo.

Sin embargo, Brasil es octavo productor mundial de petróleo y ya es autosuficiente en este rubro, afirma Suely Araujo, especialista en políticas públicas del Observatorio del Clima.

"Sencillamente no hay motivo para insistir en buscar petróleo en las zonas sensibles. Estamos en una crisis climática", declaró a AFP.

Conoce bien el conflicto: como directora de IBAMA, la agencia medioambiental, en el período de 2016 a 2019, Araujo rechazó la oferta del gigante petrolero francés Total para explorar la misma región, por motivos similares.

Siendo parte del equipo de transición que preparó la política medioambiental de Lula, se alegra de verle abordar el cambio climático, pero se muestra decepcionada con la postura de la administración sobre los combustibles fósiles.

"La gran contradicción del gobierno de Lula es el petróleo", indicó.

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