Economía
El creciente sector agrícola brasileño atrae dinero y controversia
Impulsado por la demanda china, Brasil está decidido a ser el principal productor de soja, pero el Gobierno debe hacer frente a las presiones del lobby agroindustrial si quiere frenar la deforestación amazónica de aquí a 2030.
Por AFP |
RÍO DE JANEIRO -- Con una producción masiva de soja, carne vacuna, algodón y ahora maíz, Brasil se ha convertido en una de las principales potencias agrícolas del mundo. Pero su industria agroalimentaria también es objeto de críticas, especialmente por la destrucción de la selva amazónica.
Vista panorámica del gigante agrícola de Latinoamérica que, más de una década después de adelantar a Estados Unidos como mayor exportador mundial de soja y carne vacuna, está a punto de superar este año a las exportaciones estadounidenses de maíz y aspira también a ocupar el primer puesto en algodón.
Grande y creciendo
El Ministerio de Agricultura de Brasil anunció recientemente que la producción del sector alcanzará este año la cifra récord de 1,15 billones de BRL (230.000 millones de dólares).
El país, el quinto mayor del mundo en superficie, es el primer productor y exportador de azúcar, café y soja.
También es el principal proveedor mundial de pollo y carne vacuna y el segundo en algodón, después de Estados Unidos.
La agroindustria representa casi una cuarta parte de la economía brasileña. Durante el primer semestre proporcionó la mitad de sus exportaciones.
Raíces del boom
Brasil es un gigante agrícola desde la época colonial portuguesa. Aquí se amasaron fortunas con una sucesión de materias primas: la caña de azúcar, luego el algodón, el caucho y finalmente el café, que fue el producto estrella durante más de un siglo.
Pero el momento decisivo se produjo en las décadas de 1960 y 1970, cuando el entonces régimen militar de Brasil inauguró la llamada "revolución verde" y fomentó la expansión de la agricultura a la Amazonia y la sabana del Cerrado.
Impulsado por la demanda china, Brasil se convertiría en el productor dominante de soja, un ingrediente muy utilizado en la alimentación animal en todo el mundo.
"La investigación sobre mejoras genéticas, las técnicas para corregir la acidez del suelo y los fertilizantes" -además del desarrollo de pesticidas- han permitido a Brasil expandir la producción de soja, maíz y algodón a regiones tropicales, según declaró a la AFP la empresa estatal de investigación agrícola Embrapa.
Brasil puede recoger dos y a veces tres cosechas al año, gracias a su clima y al desarrollo de la siembra directa y de los cultivos modificados genéticamente (OMG), que hoy representan entre el 80 y el 90% de la producción de soja, maíz y algodón del país.
La producción de los tres se ha triplicado en las dos últimas décadas.
Pero el crecimiento viene acompañado de controversia.
La industria agroalimentaria ha contribuido a la deforestación de la Amazonia, que el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva se ha comprometido a detener.
La polémica en torno a las elevadas tasas de deforestación, los pesticidas y el uso de OMG ha perjudicado a la marca Brasil en algunos lugares, como la Unión Europea, que ha retrasado la ratificación de un acuerdo de libre comercio con el bloque sudamericano Mercosur por cuestiones medioambientales.
Bajo presión
Lula tendrá que llegar a un acuerdo con el lobby del agronegocio si quiere cumplir su promesa de detener la deforestación de la Amazonia para 2030.
Lula, que necesita la ayuda del sector para mantener el crecimiento de la economía, busca abrir nuevos mercados para los productores brasileños mediante acuerdos comerciales, especialmente con China, principal comprador.
Por su parte, el sector agrícola quiere pulir su imagen, ya que los clientes internacionales exigen cada vez más productos libres de deforestación.
"Las empresas de carne están trabajando especialmente para que sus cadenas de suministro sean rastreables, lo que es fundamental para el valor de las exportaciones", afirmó Luiz Carlos Correa Carvalho, presidente de la Asociación Brasileña de Agronegocios.
Mientras tanto, los productores de cereales presumen de la reciente adopción de un acuerdo de agricultura sostenible destinado a proteger el Cerrado.
Los ambientalistas dicen que eso no es suficiente.
"El verdadero progreso sería cero deforestación", afirmó Cristiane Mazzetti, de Greenpeace Brasil, que abogó por nuevos modelos de producción que protejan la biodiversidad.
La cuestión es urgente, sobre todo porque el cambio climático ya está empezando a afectar a la producción agrícola.
"Tenemos que evolucionar hacia un modelo más sostenible", afirma Britaldo Soares Filho, investigador de modelización medioambiental de la Universidad de Minas Gerais.
"Cuando la agroindustria perjudica al medio ambiente, se está disparando en el pie".