Diplomacia
La influencia de China en Ecuador: ¿beneficio o lastre?
A pesar de la corrupción en las empresas chinas, las preocupaciones ambientales, la calidad cuestionable de los proyectos y la explotación laboral, Ecuador mantiene una visión general favorable de China y su sólida economía.
Por Catalino Hoyos |
QUITO – Medio siglo después, la sensatez de la apertura de Ecuador a China parece cada vez más dudosa.
Aunque aún no se habían establecido relaciones diplomáticas formales, las relaciones comerciales y políticas entre China y Ecuador comenzaron con una compra de 20.000 toneladas de plátanos.
Era 1973, un año después de que Quito cumpliera la condición previa de Beijing para tales acuerdos: romper los lazos con Taiwán.
Hubo luego importantes acuerdos comerciales, pero China abrió su embajada en Quito recién en 1980. Ecuador correspondió estableciendo su embajada en Beijing.
Así comenzó una relación durante la que se firmaron 267 acuerdos internacionales hasta el año pasado, de los cuales el 54% se establecieron durante la presidencia socialista de Rafael Correa (2007-2017).
No obstante, los vínculos entre China y Ecuador preocupan a analistas y activistas que temen que Beijing pueda aprovecharse para obtener ventajas adicionales o ignorar leyes nacionales, en particular las relacionadas con medio ambiente y derechos laborales.
Diana Castro, académica de estudios latinoamericanos del proyecto América Latina Sostenible, atribuye la profundización de las relaciones a varios eventos clave en Ecuador durante el régimen de Correa.
Entre estos acontecimientos se encuentran el auge de los precios de las materias primas, un conflicto con el Banco Mundial, la declaración de una moratoria de la deuda y un aumento considerable del gasto público para financiar un proyecto de transformación de la matriz energética.
Déficit comercial
En 2015, Correa y su homólogo chino, Xi Jinping, consolidaron su cooperación.
En 2016, ambas partes elevaron su relación a una Alianza Estratégica Integral, posicionando a Ecuador como un aliado clave para China en la región.
Esta medida coincidió con el fortalecimiento de la presencia de China en los países latinoamericanos.
Tras el fin de la era "correísta" en 2017, el entonces presidente Lenín Moreno, que en un principio mostraba que continuaría el modelo izquierdista, cambió de dirección y adoptó varias posiciones contrarias a las políticas de Correa, incluso en la economía.
Pero mantuvo vínculos estrechos con China e incluso amplió la cooperación a nuevas áreas.
Esta relación continuó mientras Ecuador seguía con su principal modelo exportador: vender materias primas y productos agrícolas a China e importar bienes manufacturados y de capital, explicó Castro.
Bajo esta dinámica, Quito tuvo un déficit comercial con China.
De 2017 a 2022, las exportaciones ecuatorianas a China crecieron a una tasa anualizada del 99,4%, según el sitio estadístico de la OEC.
En 2000, China era el duodécimo comprador de productos ecuatorianos. Superó a Estados Unidos y se convirtió en el principal comprador en 2022.
En 2023, Ecuador registró un pequeño superávit comercial con China.
Las mayores compras de China a Ecuador se registran en los sectores minero y petrolero, aunque también importa cantidades significativas de camarones, madera, plátanos y pescado.
Las principales importaciones de Ecuador desde China incluyen maquinaria, dispositivos mecánicos y eléctricos, vehículos y productos manufacturados.
Daño ambiental
En 2022, un hecho fue crucial para el fortalecimiento de las relaciones: el presidente Guillermo Lasso, manteniendo la postura positiva de Correa hacia China, anunció el inicio de negociaciones de un Tratado de Libre Comercio (TLC).
Este acuerdo agregó a Ecuador a la lista de países latinoamericanos que tienen un TLC con China, como Chile, Costa Rica y Perú. Posteriormente, también Nicaragua firmó un TLC con China.
Castro comentó que las negociaciones del TLC se llevaron a cabo sin la participación de la sociedad civil y que no hubo disposiciones críticas sobre el medio ambiente y el trabajo.
Este enfoque se alineó bien con los intereses chinos, ya que Beijing a menudo es denunciado en otros lugares por sus prácticas ambientales y su falta de protección de los derechos de los trabajadores.
Los ambientalistas están preocupados por la posibilidad de importaciones de desechos tóxicos, amenazas a los derechos ambientales de pueblos indígenas, la deforestación y el riesgo de que el TLC socave la soberanía alimentaria del país.
También temen que pueda conducir a importaciones ilimitadas de semillas genéticamente modificadas y promover exportaciones excesivas.
Las empresas chinas que operan en el extranjero "pasan por una supervisión pública mínima", señaló en febrero el grupo de expertos Diálogo Político en Montevideo, Uruguay.
"Sin la amenaza de consecuencias sociales, económicas o legales por sus acciones, estos inversores carecen de incentivos para adoptar prácticas responsables que mitiguen el impacto de sus proyectos", afirmó.
"Trampa de la deuda"
Con el paso de los años, China también se ha convertido en el principal prestamista de Ecuador.
En 2022, Quito llegó a un acuerdo de reestructuración de deuda con Beijing, pero todavía le debe a China casi 5 mil millones de dólares, según el Wilson Center, un grupo de expertos con sede en Washington, DC.
La sustancial presencia económica china en Ecuador se evidencia en dos modos principales: inversión directa a través de empresas chinas y participación en diversas concesiones.
Sin embargo, las posibles implicaciones del comportamiento de China en estas áreas generan importantes preocupaciones.
"Las inversiones chinas en Ecuador se han concentrado en tres sectores que no contribuyen a promover una transición energética sostenible y equitativa", advierte Castro.
Estos sectores incluyen la construcción y financiamiento de infraestructura pública, petróleo y minería.
En estos años ha habido varios cambios de gobierno en Ecuador, con sus correspondientes variaciones de ideología.
Dejando de lado esos cambios, Ecuador tiende a ver a China y su poderosa economía con buenos ojos, incluso a la luz de los casos de corrupción que involucran a empresas chinas en Ecuador.
Activistas, en particular los ambientalistas, piden políticas para evitar que las empresas chinas causen daños irreversibles.