Economía
Vigilancia, denuncias y polémica tras el escándalo laboral de BYD en Brasil
La intensificación de las medidas de seguridad del fabricante chino de vehículos eléctricos en su planta de Bahía ha desatado la polémica sobre las condiciones laborales de los empleados en Brasil.
![Empleados trabajando en una cadena de ensamblaje de vehículos de nuevas energías en una fábrica de BYD en Huai'an (China). [AFP]](/gc4/images/2025/01/28/48933-byd-600_384.webp)
Por Waldaniel Amadis |
SÃO PAULO -- El fabricante automotriz chino BYD ha puesto en marcha estrictas medidas de vigilancia para evitar filtraciones de información tras la denuncia de que una empresa que construye una planta para la compañía en Brasil somete a los trabajadores a “condiciones análogas a la esclavitud”.
Un detalle, que los 163 trabajadores afectados fueran todos chinos, planteó una cuestión de larga data en Brasil: la negativa de las empresas chinas a contratar brasileños.
Estos protocolos de seguridad reforzados han suscitado una gran controversia y preocupación sobre las condiciones laborales de los empleados de BYD en el país.
A raíz de las denuncias e investigaciones sobre abusos laborales, BYD puso en marcha estrictas medidas de seguridad para ejercer un control más estricto sobre sus empleados, según reveló a mediados de enero un reportaje de la agencia de investigación periodística Agência Pública.
![Funcionarios de Bahía (Brasil) y ejecutivos de la empresa china BYD en la ceremonia de julio de 2023 en la que se anunció un acuerdo para construir una fábrica de automóviles eléctricos en Camaçari (Brasil). [Gobierno del estado de Bahía]](/gc4/images/2025/01/28/48934-byd2-600_384.webp)
Estas acciones eran prácticas habituales para salvaguardar secretos industriales, argumentó BYD.
Las medidas incluyen la instalación de 135 cámaras de vigilancia en diversas zonas de la fábrica, como oficinas administrativas y almacenes, la colocación de carteles que prohíben tomar fotografías dentro de las instalaciones de la empresa y el despliegue de un software especial en los ordenadores para controlar cualquier comunicación externa, según el informe.
Aunque BYD defendió las medidas como parte de su “responsabilidad corporativa” para proteger la información confidencial, el momento elegido para estas acciones ha provocado suspicacias y controversia.
BYD no puso en marcha estas iniciativas hasta que salieron a la luz las denuncias de trabajo esclavo y trata de seres humanos, lo que desencadenó acusaciones de persecución interna e intentos de eliminar la disidencia.
Trata de personas y explotación laboral
El 24 de diciembre, las autoridades brasileñas anunciaron que habían descubierto a 163 trabajadores chinos en “condiciones de esclavitud” en la fábrica de vehículos eléctricos que la empresa china Jinjiang Construction está construyendo para BYD en Camaçari, estado de Bahía.
Se espera que esta planta se convierta en la mayor fábrica de automóviles eléctricos de BYD fuera de Asia, con una capacidad de producción anual de 150 000 vehículos.
En respuesta, BYD emitió un comunicado el mismo día, anunciando la terminación inmediata de su contrato con Jinjiang.
Los 163 trabajadores soportaron condiciones de vida terribles, con viviendas deficientes, saneamiento inadecuado, hacinamiento grave y casos de maltrato físico, según descubrió la Fiscalía del Trabajo de Brasil.
El 27 de diciembre, los fiscales federales confirmaron que estaban investigando si BYD había cometido otros delitos, como «tráfico internacional con fines de explotación laboral», contra los trabajadores.
Una apuesta arriesgada
Con una inversión anunciada de 5 500 millones de BRL (unos 915 millones de dólares) y la ambición de transformar Camaçari en un polo tecnológico de vanguardia, las instalaciones de BYD han recibido un fuerte apoyo de las autoridades locales y federales.
Sin embargo, las consecuencias de las acusaciones han arrojado serias dudas sobre la reputación de la empresa y la viabilidad del proyecto, que previsiblemente generará hasta 20 000 puestos de trabajo directos e indirectos en Brasil.
Entorno habló con analistas del mercado automotriz que coincidieron unánimemente en que, más allá del reciente escándalo, BYD hizo una apuesta importante al importar 100 000 vehículos antes de la implementación de un arancel del 10% a los vehículos eléctricos en enero de 2024, que luego se elevó al 18% en julio.
BYD intentó inundar el mercado brasileño con coches eléctricos chinos antes de que entraran en vigor los aranceles más elevados.
Aunque BYD lideró las ventas de vehículos eléctricos en Brasil en 2024 con una cuota de mercado del 70% (76 713 unidades matriculadas), el mercado global sigue siendo modesto, representando sólo el 2% de todos los automóviles vendidos en 2023.
“Tener carros a la intemperie en puertos, expuestos a las condiciones climáticas y que aún nuevos pasarán a ser anticuados cada día, ya era un riesgo asumido por BYD”, dijo Adelmo Tiburcio, comerciante automotriz de São Paulo. “Pero las recientes revelaciones sobre el trabajo esclavo podrían afectar significativamente las ventas en los próximos meses, haciendo aún más arriesgada la apuesta”.
Un mercado incipiente
Uno de los principales obstáculos para la adopción de vehículos eléctricos en Brasil es el escaso desarrollo de la infraestructura de recarga, según Tiburcio.
Brasil sólo cuenta con 3 000 estaciones públicas de recarga, concentradas en grandes centros urbanos como São Paulo, Río de Janeiro y Brasilia.
Las autopistas y las ciudades más pequeñas siguen estando muy desatendidas, lo que limita la viabilidad de los coches eléctricos para gran parte de la población.
Para el ingeniero automotriz Ciro Tajiri, el reciente escándalo subraya las complejidades y contradicciones más amplias ligadas a las inversiones chinas en Brasil.
“Estos hechos traen cuestiones éticas, jurídicas y económicas a la palestra y arrojan dudas sobre la capacidad de las multinacionales chinas para cumplir las normas laborales brasileñas”, señaló Tajiri a Entorno.
Según los analistas, emplear a brasileños para construir la fábrica de BYD podría haber reportado importantes beneficios, como mayores ingresos, desarrollo comunitario y formación profesional en Bahía, una región conocida por sus altos niveles de pobreza.
En cambio, la fuerte dependencia de la mano de obra china ha provocado críticas y no ha permitido aprovechar oportunidades para consolidar la economía local.