Medio Ambiente
La estrategia pesquera de China: saquear los mares argentinos
Los barcos chinos que navegan sin control en aguas argentinas o cerca de ellas se llevan cada año más de 700 millones de dólares en marisco, según un líder argentino del sector.
Por Analía Rojas |
BUENOS AIRES -- Como es habitual durante el verano austral, la flota pesquera china ha intensificado su actividad en el Atlántico Sur, cerca de las aguas argentinas.
La flota pesquera china emprende su ruta anual en el Pacífico, cerca de las islas Galápagos, donde centra sus operaciones de junio a septiembre para aprovechar la abundancia de calamares.
En este periodo, agota rápidamente los recursos de la zona.
A finales de septiembre, la flota inicia su viaje hacia el sur, en dirección a la costa peruana. En octubre, los buques hacen escala en el puerto de El Callao para reabastecerse de víveres y combustible.
Desde Perú, la flota atraviesa la ZEE de Chile antes de llegar al Atlántico Sur, ajustando sus movimientos en función de la disponibilidad de recursos marinos.
Luego, en diciembre, los buques pesqueros se posicionan a lo largo del límite de la ZEE argentina, dispuestos a continuar con sus faenas.
A finales de diciembre se habían detectado más de 90 buques, y las estimaciones apuntan a que este número podría aumentar a 500 en enero, según datos de la Prefectura Naval Argentina (PNA).
Estos buques operan principalmente cerca de la milla 201, límite de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Argentina, según un comunicado de la PNA de finales de diciembre.
Sin embargo, las autoridades argentinas han descubierto a los chinos pescando también en aguas argentinas.
La flota china emplea una combinación de subvenciones gubernamentales, sobrepesca y tácticas que a menudo rozan los límites de la legalidad, lo que genera preocupación por la sostenibilidad de los recursos marinos y la soberanía nacional, según afirman los representantes del sector.
Darío Sócrate, director de la Cámara de Armadores Poteros Argentinos (CAPA), destacó en noviembre, en una entrevista con El Chubut, la destrucción que provoca la pesca no regulada durante el verano austral.
Cada verano, unos 500 buques operan en aguas argentinas "sin ningún tipo de reglamentación", explicó.
Estas flotas ignoran las restricciones de la temporada de pesca, se benefician de las subvenciones de sus países de origen y traspasan sus capturas en alta mar, afirmó.
Además, hizo hincapié en las denuncias de trabajo esclavo a bordo de algunos de estos buques, y añadió que sus capturas, algunas obtenidas ilegalmente en aguas argentinas, suelen terminar en los mismos mercados que las de la flota argentina regulada.
Saqueo
Estas operaciones no reguladas extraen anualmente unas 300 000 toneladas de mariscos, cuyo valor supera los 700 millones de dólares.
El saqueo no sólo perjudica a la industria pesquera argentina, sino que afectan gravemente la biodiversidad y la capacidad de regeneración de especies clave, en particular el calamar.
El calamar, eslabón esencial de la cadena alimentaria del Atlántico Sur, sirve de fuente primaria de alimento a la merluza común, los cachalotes, los pingüinos y otras especies marinas.
La sobrepesca china constituye un "desastre ambiental incalculable", advirtió el especialista en conservación marina y exasesor de la ONU Milko Schvartzman en una publicación de iProfesional de 2021.
"Junto con el plancton, el calamar es la base de toda la cadena alimentaria del Atlántico Sur", subrayó Schvartzman.
Para agravar el problema, los chinos suelen transportar calamares capturados ilegalmente en aguas argentinas o cercanas a Argentina hasta Montevideo (Uruguay), donde los cargan en contenedores para exportarlos a la Unión Europea y Estados Unidos.
Una vez que el calamar llega a esos mercados, los comerciantes lo etiquetan falsamente con la denominación "Producto de China", ocultando su origen y perjudicando aún más a la pesca argentina.
Acuerdos regionales en la mira
La situación se vuelve más compleja a partir de acuerdos provinciales recientes para facilitar las operaciones chinas.
En noviembre, la provincia de Santa Cruz firmó una "carta de intención" con Hongdong Fisheries, la segunda mayor empresa pesquera de China, mientras que la provincia de Chubut negocia acuerdos similares.
El acuerdo con Santa Cruz prevé inversiones chinas para modernizar la infraestructura portuaria, construir astilleros y desarrollar nuevas plantas de procesamiento de pescado.
Sin embargo, Sócrate criticó la decisión.
"Pensar en facilitarles las tareas a esos buques, permitiéndoles el ingreso para las descargas, es un despropósito", declaró a El Chubut.
En lugar de beneficiar a las flotas locales, la infraestructura propuesta podría consolidar un modelo que favorece la explotación extranjera de los recursos argentinos.
Las cámaras empresariales del sector pesquero han expresado su firme oposición a estos acuerdos provinciales, advirtiendo sobre las consecuencias negativas para la industria local y la sostenibilidad de los recursos.
CAPA y Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de la Argentina (CAPeCA) han expresado su preocupación por los riesgos que suponen para la industria pesquera argentina, señalando que estos acuerdos benefician principalmente a las flotas extranjeras y dejan de lado a los operadores locales.
Repercusiones en la pesca nacional
La PNA y el Equipo de Trabajo Interdisciplinario para el Control de los Espacios Marítimos y sus Recursos (EICEMAR) han intensificado los operativos de monitoreo para contrarrestar la pesca ilegal.
Entre 2018 y 2023, Argentina registró 60 intercepciones de embarcaciones extranjeras, y detuvo al menos a 15 por pesca ilegal dentro de su ZEE.
La industria pesquera argentina se enfrenta a importantes problemas, ya que las capturas masivas de los chinos reducen la rentabilidad y las oportunidades de empleo de las flotas locales.
Las autoridades argentinas estiman pérdidas anuales de entre 2 000 y 3 600 millones de dólares debido a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.
Este desequilibrio perjudica gravemente a la industria nacional, sobre todo porque la flota china ha aumentado un 800% en la última década.
Preocupante e insostenible