Economía

La "Perla del Caribe" venezolana pierde su atractivo

El colapso económico de Venezuela, el aumento de los índices de criminalidad y el creciente aislamiento internacional tras el fraude electoral han afectado profundamente a la isla de Margarita. La evidencia de su declive es inequívoca.

Un vendedor ambulante pasea por la playa de El Yaque en la isla Margarita, Venezuela. Margarita, otrora un paraíso caribeño, se ha enfrentado a un fuerte deterioro como consecuencia de años de turbulencias económicas, una inflación descontrolada, la pandemia y el colapso de los servicios públicos. [Juan Barreto/AFP]
Un vendedor ambulante pasea por la playa de El Yaque en la isla Margarita, Venezuela. Margarita, otrora un paraíso caribeño, se ha enfrentado a un fuerte deterioro como consecuencia de años de turbulencias económicas, una inflación descontrolada, la pandemia y el colapso de los servicios públicos. [Juan Barreto/AFP]

Por AFP |

Una de las cinco estrellas que adornaban la fachada del hotel Margarita, situado en la paradisíaca isla venezolana con el mismo nombre, se ha caído.

Pero no hay huéspedes que lo noten.

El hotel está abandonado, su fachada descascarada simboliza la decadencia de una isla apodada en otros tiempos la "Perla del Caribe" a la que una grave crisis económica le ha arrebatado su brillo.

A corta distancia en automóvil, un rebaño de vacas pasta frente a un antiguo hotel de cinco estrellas, Lagunamar.

Un hombre pesca en la bahía de Juan Griego, en la isla Margarita (Venezuela). [Juan Barreto/AFP]
Un hombre pesca en la bahía de Juan Griego, en la isla Margarita (Venezuela). [Juan Barreto/AFP]
Vista aérea de un hotel abandonado en la Isla Margarita, Venezuela. [Juan Barreto/AFP]
Vista aérea de un hotel abandonado en la Isla Margarita, Venezuela. [Juan Barreto/AFP]
Un cartel publicitario de kitesurf escrito en ruso en la playa de El Yaque, en la isla Margarita (Venezuela). [Juan Barreto/AFP]
Un cartel publicitario de kitesurf escrito en ruso en la playa de El Yaque, en la isla Margarita (Venezuela). [Juan Barreto/AFP]

Pareciera que un terremoto hubiese arrasado el lugar, arrancando el tejado de un pabellón junto a la piscina, arrojando lámparas y retretes por el jardín y dejando montones de escombros.

De hecho, los daños son obra de vándalos, que roban chatarra para venderla o para construir chozas.

Margarita, una importante fuente de perlas en los siglos XV y XVI, solía ser un lugar de recreo para los turistas estadounidenses, atraídos por sus playas de arena blanca rodeadas de palmeras y sus aguas color turquesa.

Pero el colapso económico de Venezuela, los altos índices de delincuencia y el creciente aislamiento internacional tras unas elecciones muy disputadas han afectado a esta isla de 500.000 habitantes.

Los signos de decadencia están por todas partes.

Varias tiendas de ropa y recuerdos de la principal avenida comercial, Santiago Marino, están vacías.

Además, los cortes de electricidad son frecuentes. El mes pasado, una explosión en una instalación de gas en el cercano estado de Monagas provocó apagones de hasta 20 horas consecutivas.

"Esta no es la Margarita de antes", dijo a AFP José Padobani, un barman de 26 años.

"Todos mis amigos se han ido'

La caída del 80% del PBI durante la década del gobierno cada vez más represivo del dictador Nicolás Maduro entre 2013 y 2023 empujó a más de siete millones de venezolanos -casi una cuarta parte de la población- a buscar una vida mejor en otro lugar.

Muchos esperaban regresar tras las elecciones de julio, cuyos sondeos indicaban una fácil victoria de la oposición.

Pero esas esperanzas se hicieron añicos cuando Maduro se proclamó vencedor, a pesar de que los resultados publicados por la oposición mostraban que su candidato, Edmundo González Urrutia, había ganado por una amplia mayoría.

"Todos mis amigos se han ido, pero yo no quiero irme", dice Juan Caimán, un fabricante de muebles de 44 años, cuyo padre colombiano emigró a Venezuela en la década de 1980 huyendo de la violencia desatada por el capo de la droga Pablo Escobar.

Caimán, quien fabrica muebles de lujo en un taller cercano al abandonado hotel Margarita, forma parte de un grupo de comerciantes decididos a resistir en la isla.

Fadwa Hage, de 55 años, propietaria de una tienda de deportes adyacente a Santiago Marino, dijo que quienes se habían quedado lo habían hecho para proteger sus negocios de los saqueos.

Pero también ve indicios de recuperación.

"Este año, sólo en esta manzana, ya han abierto tres nuevos negocios", dijo.

"Tenemos playas, montañas y muchas actividades en las que invertir. Esta isla es única".

Carteles en ruso, turco y chino

Ante la escasa afluencia de turistas occidentales, el gobierno ha lanzado campañas para atraer visitantes de Rusia, Cuba y Polonia, aliados de Venezuela.

Unos 40.000 rusos han visitado Margarita desde 2023, según cifras oficiales, atraídos por paquetes 'all-inclusive', que sirven alcohol ilimitado, en hoteles con generadores que mantienen encendidas las luces y el aire acondicionado.

Los carteles colocados por toda la isla dan la bienvenida a los visitantes en ruso, turco, polaco y chino, y también se ofrecen clases de kitesurf en esos idiomas.

Pero muchos isleños reclaman que no se benefician de las nuevas fuentes de ingresos.

"Dependemos de los turistas venezolanos porque los rusos no gastan nada", explica a AFP Demetria, una masajista que ofrece tratamientos en la playa desde hace 16 años.

Peter, un ruso de 44 años, especialista en tecnologías de la información, que visitó Venezuela por primera vez este año, dijo que le sorprendió encontrar hoteles, tiendas y restaurantes abandonados.

"Es como si se hubieran construido para recibir diez veces más turistas", dijo.

'El arte de superar las dificultades'

En el barrio de bajos recursos de Las Maritas, Crismar López utiliza dos velas y la linterna de su teléfono celular para iluminar la cocina donde prepara perritos calientes que vende en la calle a 1,50 dólares el par.

Los recientes cortes de energía dejaron a López y a su marido sin trabajar durante dos semanas porque no podían refrigerar los alimentos.

Pero esta mujer de 47 años, madre de tres hijos, está acostumbrada a lidiar con todo.

"Los venezolanos somos maestros en el arte de superar las dificultades", afirmó.

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