Ciencia y Tecnología

La alianza espacial de Brasil con China genera preocupaciones sobre la soberanía y el impacto social

Brasil y China están ampliando su colaboración espacial, pero detrás de las sonrisas se esconden secretos, roles tecnológicos desiguales y crecientes dudas sobre la soberanía. ¿Quién tiene realmente el control?

El satélite chino-brasileño CBERS-4A se ve antes de su lanzamiento desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Taiyuan, China, el 20 de diciembre de 2019. La misión marcó un hito en la colaboración entre la Agencia Espacial Brasileña (AEB) y el programa espacial chino. [AEB]
El satélite chino-brasileño CBERS-4A se ve antes de su lanzamiento desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Taiyuan, China, el 20 de diciembre de 2019. La misión marcó un hito en la colaboración entre la Agencia Espacial Brasileña (AEB) y el programa espacial chino. [AEB]

Por Andreia Lobato |

RÍO DE JANEIRO -- Brasil y China dieron otro paso importante en su colaboración espacial de décadas, al promulgar oficialmente el 9 de junio un protocolo para el desarrollo conjunto del Satélite de Recursos Terrestres China-Brasil (CBERS-6). El programa CBERS es una iniciativa espacial chino-brasileña.

El acuerdo, publicado ahora en el diario federal de Brasil, prepara el escenario para la construcción y el lanzamiento del próximo satélite de la serie CBERS, un programa que ha simbolizado durante mucho tiempo la cooperación de ambos países, pero que cada vez plantea más preguntas sobre el control, la transparencia y la dependencia tecnológica.

Firmado en Pekín en abril de 2023 y aprobado por el Congreso brasileño en diciembre pasado, el protocolo describe cómo ambos países dividirán las responsabilidades técnicas. China liderará el desarrollo de un potente radar de apertura sintética (SAR), mientras que Brasil se encargará del módulo de servicio del satélite.

El lanzamiento, una vez más, tendrá lugar en territorio chino, lo cual alimenta un debate en curso sobre las asimetrías arraigadas en la cooperación chino-brasileña.

Maqueta del satélite CBERS-6, expuesta en abril en la décima exposición científica del Día del Espacio de China en Shanghái. [Cuenta de X de la Embajada de China en Brasil]
Maqueta del satélite CBERS-6, expuesta en abril en la décima exposición científica del Día del Espacio de China en Shanghái. [Cuenta de X de la Embajada de China en Brasil]

Este desarrollo profundiza los vínculos científicos, pero reaviva las preocupaciones. Científicos, líderes de la sociedad civil y especialistas en políticas advierten sobre problemas estructurales no resueltos: la dependencia tecnológica de Brasil y los riesgos sociales asociados a las operaciones espaciales, especialmente en Maranhão, uno de los estados más pobres del país.

Brasil inició la cooperación espacial con China a finales de la década de 1980. Desde entonces, ha contribuido al lanzamiento de una serie de satélites de observación de la Tierra en el marco del programa CBERS. Sin embargo, casi 40 años después, la división del trabajo sigue siendo marcada y desigual.

En el caso del CBERS-6, cuyo lanzamiento está previsto para 2028, China se encargará del SAR, un componente crítico, mientras que Brasil se encargará del módulo de servicio, menos estratégico. El ensamblaje final y el lanzamiento se realizarán en suelo chino a bordo de un cohete Larga Marcha.

"Brasil participa como ensamblador, no como creador", comentó un ingeniero espacial brasileño que pidió mantenerse en el anonimato a causa de su conexión con una institución pública. "Sin inversión nacional sólida seguimos atascados en un papel secundario. Esto limita incluso la capacidad de uso soberano de los datos generados por los satélites".

Disputas sobre datos: la batalla por el CBERS-5

Mientras que el CBERS-6 avanza por la vía burocrática, Brasil y China ya están planeando el CBERS-5, un satélite con nuevas capacidades. Con lanzamiento previsto para 2030, el CBERS-5 entrará en órbita geoestacionaria, lo que permitirá el monitoreo constante de la misma área en la Tierra. El satélite promete beneficios en la monitorización del clima, la defensa y la agricultura de precisión. Sin embargo, presenta un desafío diplomático.

La controversia está en quién controlará los datos.

Las negociaciones sobre la autonomía de Brasil para acceder y procesar la información satelital se han estancado. Documentos públicos mencionan el "uso conjunto y por consentimiento mutuo", pero especialistas en geopolítica tecnológica advierten que este lenguaje es demasiado vago. La ausencia de salvaguardas claras para datos sensibles o de garantías contra el intercambio con terceros no ha hecho más que intensificar las preocupaciones.

Tensiones en la plataforma de lanzamiento en Alcântara

Otro punto álgido es la propuesta de Brasil de permitir a China utilizar la base de lanzamiento de Alcântara en Maranhão. Técnicamente atractiva por su proximidad al ecuador, la base tiene un legado más oscuro.

Desde la década de 1980, el gobierno ha desplazado a decenas de comunidades quilombolas, descendientes de africanos esclavizados, para dar cabida al Centro de Lanzamiento de Alcântara. Más de 30 comunidades aún luchan por sus derechos territoriales, ahora amenazados por nuevos planes de expansión.

A pesar de las promesas del gobierno de respetar los derechos locales, no ha habido pasos concretos hacia una compensación justa, un reasentamiento digno o el tipo de consulta libre, previa e informada que exigen las normas internacionales.

Brechas de transparencia y cuestiones estructurales

Lo que une estos asuntos es una notable falta de transparencia. La mayoría de los acuerdos entre Brasil y China eluden al Congreso, y excluyen a la sociedad civil y a los organismos científicos nacionales.

Si bien la asociación ha mejorado indudablemente las credenciales espaciales de Brasil, aún existen desafíos más profundos: falta de inversión, soberanía limitada sobre decisiones clave, impactos sociales desatendidos y poca supervisión pública.

Mientras que Brasil se prepara para futuros lanzamientos, los analistas sostienen que debe hacer más que celebrar hitos.

La verdadera prueba consiste en reformular su estrategia espacial de una cooperación pasiva a un liderazgo proactivo, basado en una planificación a largo plazo, una sólida inversión nacional y un verdadero compromiso con la responsabilidad democrática, dijo el ingeniero espacial que solicitó el anonimato.

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