Política
La creciente influencia de China en Argentina se proyecta en las elecciones presidenciales
Al igual que Ecuador y Venezuela, Argentina puede caer víctima de la "trampa diplomática de la deuda" de China, que lleva a un endeudamiento insostenible y a un aumento de la influencia china.
Por Dieago López Beltran |
BUENOS AIRES -- Frente a la inflación, el aumento de la pobreza que supera el 40% de la población y la crisis de la deuda, los candidatos a las elecciones presidenciales argentinas celebradas el domingo (22 de octubre) compartieron un punto en común: China.
Tras la primera vuelta de las elecciones, el Ministro de Economía argentino, Sergio Massa, y el poco convencional Javier Milei salieron ganadores.
Ahora se enfrentarán en una segunda vuelta, poniendo en evidencia sus diferentes puntos de vista para el país, revelados por los resultados de las elecciones.
La tercera economía más grande de Latinoamérica lucha contra una inflación de tres dígitos, consecuencia de décadas de crisis fiscales recurrentes, deuda, mala gestión financiera y volatilidad de la moneda.
Massa, representante de la coalición peronista de centro-izquierda, superó las expectativas al asegurarse la primera posición con el 36,6% de los votos.
Milei, un candidato libertario que apareció en los titulares por llevar una motosierra a sus reuniones mientras se comprometía a recortar el gasto público y abogaba por la dolarización, obtuvo un notable 30% de los votos.
A lo largo de la campaña electoral previa a las elecciones, ambos candidatos expresaron claramente sus preferencias geopolíticas.
En una entrevista el 14 de septiembre con el comentarista estadounidense Tucker Carlson, Milei declaró su oposición a hacer negocios con China, así como de cooperar con gobiernos como el ruso, al que comparó con un régimen comunista.
No es la primera vez que Milei se pronuncia a favor de romper los lazos con Beijing y abstenerse de hacer tratos con entidades "comunistas" en el futuro.
También acusó a China de intentar reprimir a sus propios ciudadanos, que querían libertad.
Inquietud entre los empresarios
La posición de Milei ha generado inquietud en un sector importante de la clase económica argentina y en los medios de comunicación afiliados al gobierno. Esta inquietud se debe a que China es el segundo socio comercial del país, después de Brasil. Además, tanto China como Brasil pertenecen al bloque BRICS, una coalición de economías emergentes.
Argentina, junto con otros cinco países, se comprometió este año a adherirse al bloque, con efecto a partir de enero de 2024.
Los países BRICS originales son Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Para hacer frente a las incertidumbres, Milei ha declarado enfáticamente su intención de alinearse con Estados Unidos e Israel en cuestiones geopolíticas. Sin embargo, algunos de sus opositores más destacados, incluidos líderes de sectores empresariales clave, se preguntan qué tipo de alianzas podría establecer un gobierno libertario para compensar la interrupción de las relaciones con sus dos principales socios comerciales.
Surgen preocupaciones cuando se considera la multitud y diversidad de iniciativas de colaboración multimillonarias entre China y Argentina, que están actualmente en curso y dependen en gran medida del importante apoyo financiero chino.
Entre ellos figuran el megaproyecto de la presa hidroeléctrica Kirchner-Cepernic en la provincia de Santa Cruz, la amplia remodelación del sistema ferroviario Belgrano Cargas y la construcción de la central nuclear Atucha III, así como diversos proyectos relacionados con la energía solar y la extracción de litio en las provincias del norte de Argentina, entre otros.
Dependencia del apoyo financiero
La política monetaria argentina se ha ido entrelazando progresivamente con Beijing.
Por recomendación de Massa, candidato del partido gobernante y ministro de Economía, en junio, el Gobierno incrementó el acuerdo de intercambio de divisas establecido originalmente en 2020 a un total de 130.000 millones de CNY (equivalentes a unos 18.000 millones de dólares).
Este acuerdo le permitió a Argentina mitigar la disminución de sus reservas de divisas, facilitando el pago de la deuda a los acreedores externos durante un período de escasez de dólares, inflación y devaluación del peso.
Al igual que Venezuela, Ecuador y varias naciones de África y Asia que han firmado acuerdos con China, Argentina podría caer en la " trampa diplomática de la deuda" de China. Esta práctica atrae a los países hacia una deuda insostenible, otorgando así a China una influencia desproporcionada. A medida que China se convierte en el principal financiador de Argentina, se acentúa el riesgo.
El fortalecimiento de las conexiones entre América Latina y China es una progresión prolongada que está adquiriendo un impulso significativo. En particular, los bancos de desarrollo chinos se han convertido en los principales acreedores de varios gobiernos de la región, superando la influencia de las instituciones financieras multilaterales. Esta revelación procede de un informe de colaboración publicado en febrero por el Servicio Internacional para los Derechos Humanos y el Colectivo sobre Financiación e Inversiones Chinas, Derechos Humanos y Medio Ambiente (CICDHA).
El informe destaca la importante participación de China en el proyecto hidroeléctrico del río Santa Cruz, que ha llegado a la mitad de su construcción. Valorado en unos 4.700 millones de dólares, este proyecto es la tercera mayor iniciativa hidroeléctrica de Argentina y representa el mayor proyecto financiado y construido por empresas chinas en Argentina.
El proyecto se enfrenta a críticas por realizar precipitadamente un estudio de impacto ambiental y no evaluar exhaustivamente sus efectos sobre las reservas de agua dulce y la fauna local, así como por descuidar los riesgos asociados a su construcción.
Además, el proyecto inicial no incluía un estudio de impacto de las líneas eléctricas de alta tensión adicionales asociadas a la empresa, como se detalla en el informe.
Independientemente de si gana Massa o Milei, Argentina mantendrá su estatus de objetivo estratégico clave en Latinoamérica para el gobierno de Xi Jinping.