Sociedad
En Buenos Aires, golpeada por la inflación, los aficionados del tango olvidan sus penas
Las crecientes dificultades en Argentina están llevando a algunas personas a buscar consuelo en los brazos de una pareja de baile en lugares conocidos como 'milongas'.
Por AFP |
BUENOS AIRES – La profunda crisis económica de Argentina no impide que los aficionados del tango busquen las melodías de piano y concertina en los salones de baile en la capital, cada vez más escasos.
De hecho, para muchos las dificultades son exactamente lo que lés impulsa a buscar consuelo en los brazos de una pareja de baile en lugares llamados "milongas" al son de un género musical estrechamente asociado con la lucha de la clase trabajadora.
En una milonga "sientes... una conexión contigo mismo y con los demás. Es una inversión para el corazón y el espíritu", explica la bailarina de tango Andrea Censabella, de 36 años, que frecuenta el pequeño club La Tierra Invisible en un suburbio de clase media de Buenos Aires.
"Para mí, esto es una prioridad... Así que la crisis económica no me detiene. Por ahora", dijo a AFP.
El club es muy pequeño, sólo unos 20 metros cuadrados (215 pies cuadrados) y tiene capacidad para una docena de bailarines. Las mesas están hechas de las puertas antiguas apoyadas sobre caballetes.
Aquí se organizan una o dos sesiones por semana y se cobra una tarifa de entrada de unos 400 pesos [poco menos de un dólar estadounidense al tipo de cambio oficial que cambia rápidamente].
Muchas milongas en la capital han tenido que cerrar en medio de la inflación que alcanzó el 95 por ciento el año pasado.
Cada vez menos personas pueden permitirse el lujo de contratar músicos en vivo.
Pero docenas de milongas cada vez más accesibles continúan atrayendo a los aficionados del tango. Al mismo tiempo, la capital argentina continúa albergando todas las noches alrededor de 30 de milongas de todo tipo: elegantes o informales, tradicionales o queer, para todos los estilos y todos los presupuestos.
"La milonga sobrevive porque es una necesidad. Siempre ha habido y siempre habrá una crisis", comentó a AFP el pianista de tango Nicolás di Lorenzo, codirector de La Tierra Invisible.
La tasa de inflación anual de Argentina ha alcanzado el 143 por ciento, anunció la agencia de estadísticas el 13 de noviembre, pocos días antes de unas elecciones presidenciales donde el terrible estado de la economía será un factor decisivo.
Atravesando su peor crisis económica en décadas, Argentina enfrenta una elección inusual en las elecciones del domingo (19 de noviembre): elegir al Ministro de Economía electo Sergio Massa, quien estuvo a cargo durante una inflación de tres dígitos y el aumento de la pobreza, o elegir al outsider libertario Javier Milei que quiere deshacerse tanto del banco central como de la moneda nacional, utilizando en su lugar el dólar estadounidense.
La gente paga lo que puede
"En sus letras, el tango siempre ha reflejado las crisis y el sufrimiento de la clase trabajadora" en un país que conoce bien las crisis económicas, añadió el historiador Felipe Pigna.
Un ejemplo de ello: uno de los tangos más populares, "Yira Yira", fue escrito por Enrique Santos Discépolo sobre el sufrimiento generalizado que siguió al colapso de Wall Street de 1929.
Cuenta la historia de alguien que se queda sin esperanza y sin "mate", una infusión de hierba muy popular en Argentina, caminando con zapatos gastados y desesperado por conseguir dinero para comer.
"Con cada crisis, los tangos sociales de Discepolo se actualizan. Escuchamos tangos que tienen casi 100 años y lamentablemente siguen vigentes", comentó Pigna a la AFP.
En algunas milongas de Buenos Aires, la tarifa de entrada de alrededor de cinco dólares en promedio se ha reducido a la mitad, e incluso se ha eliminado por completo para aquellos que no pueden pagarla.
También hay eventos gratuitos al aire libre como "La Otra" en la plaza frente al Palacio del Congreso, donde los participantes bailan bajo la mirada de personas sin hogar acampadas cerca.
"Estamos aquí para ofrecer un espacio gratuito e inclusivo donde podamos bailar tango sin mayores gastos... porque ahora mismo a la gente le está costando gastar dinero", señaló Valentín Rivetti, bailarín e instructor de tango de 24 años.
"Pasamos la gorra, la gente aporta lo que quiere y puede".