Sociedad
Mujeres de Costa Rica usan piel de pescado para la moda
Costa Rica se suma a los países que reconocen el potencial del curtido de piel de pescado, una antigua tradición de comunidades indígenas desde Alaska hasta Escandinavia y Asia.
Por AFP |
COSTA DE PÁJAROS, Costa Rica -- Mientras los pescadores descargan la captura del día en una playa de Costa Rica, dos mujeres trabajan en la resbaladiza piel de corvina. La frotan, raspan, lavan y curten para convertirla en piel utilizable.
Hasta hace dos años, Mauren Castro, de 41 años, y Marta Sosa, de 70, eran amas de casa que dependían de sus esposos, pescadores, para el sustento de sus familias de cuatro y seis personas, respectivamente.
Hoy, ambas forman parte de la cooperativa Piel Marina, integrada solo por mujeres, que transforma las pieles de pescado, anteriormente desechadas, en moda sustentable.
Durante generaciones, la pesca fue la principal fuente de ingresos en Costa de Pájaros, un pueblo ubicado a unos 100 km al oeste de la capital, San José.
Pero los pescadores dicen que las regulaciones para preservar los recursos, incluyendo la prohibición total de este año de pescar entre mayo y julio, han complicado la subsistencia de los pescadores.
Entonces intervino la ONG MarViva, que capacitó a 15 mujeres para establecerse como curtidoras hace dos años.
Al principio, las mujeres reaccionaron escépticas ante la idea de confeccionar indumentaria con piel de pescado.
“Nos preguntábamos, '¿Cómo algo que huele mal y se considera desperdicio puede ser una materia prima para que las mujeres puedan salir adelante?'", relató Castro a AFP.
Sin embargo, con el tiempo perfeccionaron su oficio y ahora aportan a los modestos ingresos de sus familias.
Facebook e Instagram
Usando guantes de goma azules y camisetas con el logo de Piel Marina, Sosa y Castro explican cómo una piel de corvina puede convertirse en un par de aretes, un collar o incluso un bolso.
Primero frotan suavemente la piel entre sus dedos para retirar las escamas y cualquier resto de carne.
“Después la lavamos con jabón, como si estuviéramos lavando ropa. La teñimos con glicerina, alcohol y tintes naturales, y la dejamos secar”, detalla Sosa.
El teñido lleva cuatro días y cuatro más para que el cuero se seque al sol, transformándose en un material suave, flexible y resistente.
Lo más importante es que ya no huele a pescado y, además, es impermeable.
Las mujeres no solo curten la piel, sino que también se han convertido en diseñadoras de joyería. Venden coloridos pendientes y collares en Instagram y Facebook.
Un par de aros en forma de mariposa cuesta unos 7 dólares.
Además, venden parte de la piel a pequeños productores textiles en Puntarenas, el principal puerto del Pacífico de Costa Rica.
Tradición indígena
Costa Rica es el más reciente país en descubrir el potencial del curtido de piel de pescado, una tradición ancestral practicada por pueblos indígenas desde Alaska hasta Escandinavia y Asia.
La piel de salmón, por ejemplo, era utilizada por los ainu en Japón y los inuit en Canadá para confeccionar botas y ropa.
En Kenia, a orillas del lago Victoria, los nativos utilizan la piel de tilapia para fabricar bolsos.
En Brasil, la empresa Nova Kaeru ofrece cuero elaborado con las escamas del pirarucú, un pez gigante del Amazonas.
En internet, bolsos de piel de pescado se venden por cientos de dólares.
Uno de los primeros grandes diseñadores en interesarse por estas pieles fue John Galliano, exdirector creativo de Dior, quien lució una chaqueta de piel de salmón y un bolso de piel de pescado en sus colecciones de 2002.
Por ahora, las mujeres de Piel Marina están satisfechas con el trabajo que las aleja de los quehaceres domésticos y les proporciona un pequeño ingreso.
Pero sueñan con que un día la piel que ahora producen a mano llegue a los escenarios mundiales.
A Castro le brillan los ojos de solo pensarlo.
"¡Me encantaría que se viera en Hollywood, en Canadá o en las grandes pasarelas de París!"