Sociedad
Muñecas hiperrealistas perturban y obsesionan a los brasileños
Algunos coleccionistas tratan a las muñecas realistas como si fueran bebés de verdad, y dejan de trabajar para cuidarlas. Su apego puede convertirse en un trastorno.
![La comerciante brasileña Alana Generoso aprieta suavemente las mejillas de una muñeca reborn hiperrealista en su tienda, Alana Babys Maternity, en Campinas, Brasil. Estas muñecas realistas, hechas a mano con silicona o vinilo, han generado revuelo mediático e incluso debate legislativo en el país. [Nelson Almeida/AFP]](/gc4/images/2025/06/05/50669-brazil1-600_384.webp)
Por AFP |
CAMPINAS, Brasil -- Gabi Matos luce como la madre cariñosa por excelencia mientras cambia el pañal de Ravi, susurrando para tranquilizarlo mientras él la mira fijamente.
Pero a este "recién nacido" brasileño no parece importarle que le cambien el pañal. De hecho, no siente ninguna emoción.
Ravi es un muñeco hiperrealista con un extraño parecido a un bebé real.
Algunas de las llamadas muñecas "reborn" lloran, chupan chupetes, orinan y tienen uñas, pestañas y venas. Pero lo que realmente las diferencia de las muñecas tradicionales, cuya tez es lisa y cerosa, son sus rasgos arrugados y su piel manchada.
![La comerciante brasileña Alana Generoso prepara una muñeca reborn hiperrealista en su tienda, Alana Babys Maternity, en Campinas, Brasil. [Nelson Almeida/AFP]](/gc4/images/2025/06/05/50670-brazil2-600_384.webp)
Parpadea y podrías confundir el bulto que hay en el cochecito en Río de Janeiro con el objeto real.
La demanda de estos bebés réplica, que surgió por primera vez en Estados Unidos a principios de la década de 1990, dirigida principalmente a adultos, se ha disparado en el país sudamericano en los últimos años..
Nación dividida
"Siempre me gustaron los bebés y las muñecas, desde muy pequeña. Cuando descubrí este arte, me enamoré", dijo la "madre" de Ravi, de 21 años.
Estos pedacitos de alegría, hechos de silicona o vinilo, pueden costar miles de dólares.
Matos, que vive en la ciudad de Campinas, en el sureste de Brasil, recibió su primera "reborn" (llamada así porque las primeras ediciones eran muñecas tradicionales modificadas por artistas para que parecieran más reales) cuando tenía nueve años.
Ahora tiene una colección de 22 miembros, y cuidar de sus pequeños es un trabajo de tiempo completo que realiza a diario para sus 1,3 millones de seguidores en YouTube.
Pero en las últimas semanas, los comentarios de admiración sobre sus publicaciones se han mezclado con ataques.
"Me dicen que tengo que internarme en un centro psiquiátrico, porque creen que las tratamos (a las muñecas) como si fueran nuestras hijas de verdad, lo cual no es el caso", comenta esta youtuber apodada Gabi Reborn. "Es triste".
Las muñecas entraron en el debate público en abril, cuando un grupo de coleccionistas celebró una reunión en un parque de São Paulo.
Las imágenes del evento se volvieron virales, junto con un video aparte del "nacimiento" de un reborn, en el que un influencer extrae una muñeca despeinada de una bolsa llena de líquido que simula ser un saco amniótico y luego sujeta un cordón umbilical de mentiras.
Las redes sociales estallaron con publicaciones que condenaban el comportamiento de las futuras madres como demente o lo desestimaban como un pasatiempo inofensivo.
"Dejen que esa gente críe bebés reborn. Si procrean, ¡va a ser mucho peor!", escribió en Instagram la actriz Luana Piovani, un mensaje que fue replicado miles de veces.
"Comprando un sueño"
Alana Generoso, una coleccionista de bebés reborn con mucha experiencia y que ahora es dueña de su propia tienda de muñecas, insiste en que sus clientes están perfectamente cuerdos.
"A la tienda vienen muchos niños, así como adultos con una vida normal", declaró una madre de 46 años que tiene unos trillizos reales de cuatro años.
El Hospital de Maternidad Alana Babys en Campinas está diseñado para parecerse a una auténtica sala de maternidad.
Antes de entregar una muñeca a su nuevo dueño, los empleados con batas blancas la sacan de una incubadora, la pesan, la colocan en un cochecito y entregan al orgulloso "padre" un certificado de nacimiento.
"Aquí no compras una muñeca común, compras sueños", explicó Generoso.
"¿Hay casos de personas que cuidan los muñecos como bebés reales? Sí, pero la mayoría, no".
El debate ha resonado hasta el Congreso.
Algunos diputados piden que las madres de los "reborn" reciban ayuda psicológica, pero otros piden que se castigue a los propietarios que supuestamente utilizan a sus "bebés" para tener atención preferencial en los servicios públicos.
La semana pasada, un diputado dejó claro en qué bando se encontraba cuando llevó a su "nieta" reborn al Parlamento.
Jugar con muñecas "no es pecado", señaló el pastor evangélico Manoel Isidorio.
Como los hombres con las cometas
Para la psicóloga Viviane Cunha, coleccionar muñecas es una afición que se categoriza como trastorno sólo cuando causa "perjuicios sociales, emocionales o económicos".
"Si, por ejemplo, la persona falta al trabajo porque 'el bebé tiene fiebre', y se lo cree, ahí necesita ayuda profesional", expresó.
Cunha vinculó la fiebre de los reborn con una epidemia mundial de soledad, que la Organización Mundial de la Salud ha vinculado al distanciamiento social durante la pandemia de COVID-19.
"Creo que la muñeca surge de una búsqueda de algún vínculo emocional, una conexión", afirmó Cunha.
La crítica a las muñecas es sexista, indicó Matos.
"Se normalizan los hobbies masculinos, como los videojuegos, volar cometas, jugar a la pelota. Nadie dice que (los hombres) sean demasiado mayores para hacer estas cosas, pero las mujeres no pueden cuidar a sus muñecos sin que la gente piense que estamos enfermas".