Sociedad
Los jóvenes cubanos rechazan el papel de defensores de la revolución
El apoyo a las asociaciones de vecinos ha disminuido, particularmente después de una grave crisis económica que ha reducido significativamente el poder adquisitivo.
AFP |
LA HABANA -- En Cuba, miles de grupos de vecinos creados como ojos y oídos de la revolución comunista de Fidel Castro están tratando de encontrar formas de atraer a jóvenes que tienen poco interés en la causa.
Han pasado seis décadas desde que Castro creó los Comités de Defensa de la Revolución para vigilar a su entonces inestable gobierno, y los 138.000 CDR siguen siendo un símbolo perdurable del comunismo en la isla.
Sin embargo, el entusiasmo por las asociaciones de vecinos ha decaído en los últimos años, especialmente tras la pandemia de COVID-19 y una grave crisis económica que ha reducido el poder adquisitivo.
"La nueva generación no quiere saber nada de todo eso", declaró a la AFP una estudiante, que pidió no ser citada.
Todos los ciudadanos se afilian automáticamente a los 14 años, pero conseguir que se comprometan es todo un reto.
"Hoy, los jóvenes duermen con el teléfono en el bolsillo y, en cuanto lo encienden, hay un bombardeo de los medios de comunicación contra nuestro proceso (socialista)", dijo a la AFP el coordinador nacional de los CDR, Gerardo Hernández, de 58 años.
Fue uno de los "Cinco espías cubanos" encarcelados en Estados Unidos en 1998, y cuya liberación contribuyó a facilitar el restablecimiento de los lazos entre los enemigos de la Guerra Fría en 2014.
Héroe local, se le ha asignado la difícil tarea de revitalizar los CDR, en un momento en que la isla está atravesando una transformación, con la apertura de pequeñas empresas privadas, la posibilidad de que los ciudadanos compren y vendan casas y la llegada del acceso a Internet.
Al mismo tiempo, cientos de miles de cubanos han huido de la crisis económica.
"Intentamos revertir esta situación y que los jóvenes entiendan que los CDR les ofrecen una oportunidad extraordinaria para desarrollar su vocación e influir en su comunidad", ha dicho Hernández, con motivo de la celebración en septiembre del décimo congreso anual de los CDR, en el que se ha debatido sobre cómo hacer los grupos "atractivos para los jóvenes".
Ya no se identifican con el gobierno cubano
Creados inicialmente como red de vigilancia para denunciar a los "contrarrevolucionarios", los CDR organizan proyectos comunitarios y coordinan servicios como campañas de vacunación y donaciones de sangre.
Los comités de defensa son especialmente visibles durante las elecciones, presiden las reuniones de vecinos y controlan escrupulosamente la participación de los ciudadanos.
La vigilancia sigue siendo una parte fundamental de su trabajo, y vigilan el tráfico de drogas, la evasión de impuestos y otros delitos.
Existen grupos en todos los barrios y pueblos, y el gobierno cuenta con unos ocho millones de miembros -más de tres cuartas partes de la población de la isla-, incluidos los que no están activos.
Manuel Cuesta Morua es un disidente que sufrió "actos de repudio" en la década del 2000, cuando grandes grupos de miembros de los CDR agredían verbal y físicamente a opositores.
"Los jóvenes de hoy son mucho más pragmáticos, mucho más transaccionales", dijo Cuesta Morua a la AFP. "Participan cuando les favorece".
"Los jóvenes son apolíticos, no se identifican con el Gobierno, al que asocian con los CDR".
Dijo que nadie en su familia había sustituido a su madre, a la que describió como "activista de los CDR".
"Nunca me ayudaron"
Sentado en un café de La Habana Vieja, Lázaro, de 43 años, que no quiso dar su apellido, critica a la asociación: "El CDR nunca me ha ayudado. Siempre he tenido que arreglármelas por mi cuenta".
Todos los años, la noche del 27 de septiembre, los miembros de los CDR se reúnen en su barrio para celebrar una fiesta en torno a un guiso cocinado en una hoguera. Cada uno trae lo que puede.
Ernesto Lemus, de 56 años, presidente de un CDR de La Habana Vieja, dijo que el partido era una importante "continuidad" de la revolución de 1959, que supuso un giro radical hacia el comunismo, lo que aumentó las tensiones con Estados Unidos durante la Guerra Fría.
"Hace unos años era una fiesta, pero ya no. Hoy no hay nada y todo es caro, ya no hay unidad en este sentido", afirma el jardinero Rafael Caballero López, de 35 años, que piensa emigrar a Colombia.