Derechos Humanos

Encerrados: las aldeas uigures ocultan secretos tras la represión china en Xinjiang

Beijing ha detenido a más de un millón de uigures y otros musulmanes en nombre del "antiterrorismo". Los periodistas descubrieron que ahora algunos ex detenidos y sus familias viven encerrados en sus casas.

El 18 de julio, hombres locales intentaron impedir que se tomara una fotografía de un cartel con propaganda política en la aldea de Azatbagh, en las afueras de Yarkant, en Xinjiang, una región del noroeste de China que está envuelta en secreto, bajo vigilancia extrema y poco reportada. [Pedro Pardo/AFP]
El 18 de julio, hombres locales intentaron impedir que se tomara una fotografía de un cartel con propaganda política en la aldea de Azatbagh, en las afueras de Yarkant, en Xinjiang, una región del noroeste de China que está envuelta en secreto, bajo vigilancia extrema y poco reportada. [Pedro Pardo/AFP]

Por Entorno y AFP |

YARKANT, China -- Las casas de los residentes que desaparecieron durante la represión de China contra sus minorías musulmanas permanecen cerradas y en silencio en el corazón rural de Xinjiang.

Otras yacen en ruinas o abandonadas, y los lugareños expulsan a los periodistas de AFP que intentan averiguar la suerte de los detenidos.

El gobierno chino comenzó a arrestar masivamente a los uigures en la región noroeste del país partir de 2017 bajo una tal una política antiterrorista.

Al parecer, más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas fueron detenidos. Al mismo tiempo surgieron informes sobre los abusos generalizados, incluidos violencia, violaciones y adoctrinamiento político.

Esta fotografía tomada el 17 de julio muestra la ornamentada entrada de una casa en un pueblo en las afueras de Yarkant, en la región de Xinjiang, en el noroeste de China. Casas que alguna vez fueron el hogar de ocupantes desaparecidos durante la represión de China contra sus minorías musulmanas permanecen cerradas y en silencio en el corazón rural de Xinjiang. [Pedro Pardo/ FP]
Esta fotografía tomada el 17 de julio muestra la ornamentada entrada de una casa en un pueblo en las afueras de Yarkant, en la región de Xinjiang, en el noroeste de China. Casas que alguna vez fueron el hogar de ocupantes desaparecidos durante la represión de China contra sus minorías musulmanas permanecen cerradas y en silencio en el corazón rural de Xinjiang. [Pedro Pardo/ FP]

Estados Unidos calificó el programa de "genocidio" y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó en agosto de 2022 de posibles crímenes contra la humanidad.

En octubre del año pasado, 50 países firmaron una declaración leída durante un debate en la ONU que condenaba las "graves y sistemáticas" violaciones de los derechos humanos en la región de Xinjiang.

China nunca ha revelado las identidades de la mayoría de los residentes encarcelados y llama a las instalaciones escuelas vocacionales.

Pekín rechaza las acusaciones y dice que todos sus asistentes "se graduaron" en 2019.

Pero activistas de derechos humanos, académicos y uigures residentes en el extranjero han detallado miles de casos particulares, muchos de ellos basados ​​en documentos gubernamentales filtrados.

Y muchos siguen desaparecidos.

En julio, la AFP viajó a cuatro aldeas con la mayoría de uigures en el condado de Yarkant, en el sur de Xinjiang, para averiguar qué había sucedido con algunos de los detenidos.

Los registros policiales obtenidos por el académico alemán Adrian Zenz indican que hasta la mitad de los hombres adultos de las aldeas pueden haber sido detenidos durante el apogeo de la campaña.

Uno de ellos fue Abduqahar Ebeydulla, esposo, padre e imán mayor de 30 años, que desapareció bajo custodia policial en 2016.

Está identificado en los registros filtrados de Zenz, y su caso ha sido publicado anteriormente por el grupo de defensa Amnesty International y los uigures radicados fuera de China.

En Bostan, el pueblo natal de Abduqahar, el sonido del ganado y los montones de paja fresca indicaban que la granja de su familia estaba ocupada.

Pero las altas puertas metálicas de la casa de un solo piso estaban cerradas con llave.

Los periodistas de AFP no llamaron a la puerta ni se acercaron a los vecinos para entrevistarlos para protegerlos de las consecuencias.

Otras observaciones se vieron interrumpidas cuando un grupo de hombres uigures, algunos de ellos blandiendo herramientas agrícolas, exigieron que los periodistas que se marcharan.

También impidieron que los periodistas visitaran la oficina del gobierno de la aldea para solicitar más información.

Crímenes "religiosos"

El caso de Abduqahar sigue siendo turbio, pero el testimonio aportado a la AFP por un familiar en el extranjero arroja algo de luz sobre lo sucedido.

El familiar solicitó el anonimato para proteger sus contactos en Xinjiang de repercusiones.

Se comentó que las autoridades ordenaron a Abduqahar que regresara a Yarkant a fines de 2016 para lo que parecía un interrogatorio de rutina.

Pero se vio obligado a ingresar en el sistema de detención y sus asociados fuera de China perdieron contacto a medida que la campaña cobraba impulso.

El familiar más tarde se enteró de que Abduqahar había sido sentenciado a 15 años de prisión por delitos "religiosos".

Pero agregó que el gobierno chino nunca les había dado una explicación por la sentencia.

Abduqahar "nunca hizo nada malo, y menos aún nada ilegal", expresó a AFP un familiar.

"Es muy tolerante y respetuoso con los demás; nunca ha hecho daño a nadie".

Se llevaron a tantos hombres en Bostan que la madre de Abduqahar fue enterrada en su patio trasero porque no había nadie para llevar su ataúd al cementerio, indicó el pariente.

Según dijeron, la esposa de Abduqahar también fue detenida y sus cuatro hijos puestos bajo tutela del Estado.

Desde entonces han sido liberados y reunidos, y recientemente a su esposa se le permitió visitar a su marido en prisión a unos 1.000 kilómetros de distancia, según el familiar.

Ni las autoridades de Xinjiang ni los gobernadores locales respondieron a las solicitudes de comentarios sobre Abduqahar.

El Ministerio de Asuntos Exteriores chino declaró que "desconocía situaciones relativas a casos individuales".

Al final, AFP no pudo verificar de forma independiente su paradero, su condena y su condición, ni tampoco el paradero y las condiciones de su esposa e hijos.

Encerrados

Los periodistas de AFP visitaron otros tres pueblos de Yarkant donde, según los expedientes de Zenz, los índices de detenciones eran extremadamente elevados.

En cada aldea, muchas casas estaban cerradas con llave y algunas parecían abandonadas o en estado de deterioro.

En una dirección que pertenece a una familia de tres generaciones de siete miembros, tres de los cuales fueron detenidos, según los archivos, la casa permanecía silenciosa y deteriorada.

Y la interferencia de los residentes de las aldeas hizo casi imposible confirmar el estado de los detenidos y verificar más datos.

Los periodistas de AFP fueron seguidos por hasta cinco coches camuflados y bloqueados por una docena de hombres uigures, algunos de ellos con palas y azadones. Sin embargo, no hubo heridos.

Se vio a los hombres corriendo por los caminos estrechos en scooters eléctricos y ordenando a los aldeanos que regresaran a sus casas, a veces encerrándolos adentro.

En Aral Mehelle, donde supuestamente fueron detenidos unos 80 miembros de un asentamiento de unos pocos centenares de habitantes, AFP identificó entre los perturbadores al jefe del comité de la aldea.

Cuando se le acercó para hacer comentarios, se subió a una scooter y se alejó a toda velocidad, y colgó cuando más tarde lo contactaron por teléfono.

China ha dicho constantemente que da la bienvenida a los periodistas extranjeros en Xinjiang.

El Ministerio de Asuntos Exteriores mencionó que "desconocía el caso específico" cuando se le preguntó sobre la interferencia.

"Hacer que Xinjiang sea china"

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China señaló que la mayoría de los que salieron de los centros vocacionales en 2019 habían "logrado un empleo estable" desde entonces.

"Han mejorado su calidad de vida y ahora llevan una vida normal", según el ministerio.

Pero los periodistas de la AFP en Xinjiang vieron que algunas instalaciones identificadas por los investigadores como campos de detención seguían funcionando.

Varios tenían torres de vigilancia con guardias, cámaras de seguridad y altos muros con alambre de púas.

Los expertos extranjeros sostienen que las autoridades también han recurrido a otras formas de represión.

Estas formas incluyen imponer a algunos detenidos largas penas de cárcel y supuestamente empujarlos a un sistema de trabajos forzados que soporta la exportación de bienes a todo el mundo.

James Millward, historiador de Xinjiang de la Universidad de Georgetown en Estados Unidos, dijo a AFP que continúa un esfuerzo concertado para asimilar por la fuerza a las minorías étnicas y "hacer que Xinjiang sea chino".

"No han cesado los esfuerzos para borrar la autonomía cultural del pueblo uigur", precisó Millward.

Desde su hogar adoptivo, un pariente de Abduqahar añadió que se sentía "culpable" por no haberlo sacado de China cuando tuvo la oportunidad.

"Todo cambió muy rápidamente y nunca lo esperé", expresó.

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