Por Gaby Chávez | 2025-06-09

SAN SALVADOR -- Más de seis meses después de su inauguración, el nuevo muelle del Puerto de La Libertad, en el sur de El Salvador, se ha convertido en un símbolo del desarrollo local. Pero detrás de la elegante infraestructura se esconde una turbia historia de cooperación internacional y financiación opaca, cortesía de China.

Cada día, cientos de personas pasan por el muelle para trabajar o comprar mariscos frescos en el mercado local. Pocos conocen el origen de los fondos ni el nombre de la constructora que los respalda. La mayoría simplemente se refiere a él como "una construcción de los chinos".

El muelle, inaugurado el 20 de noviembre, es uno de los cuatro proyectos multimillonarios financiados por China en El Salvador. Su construcción ha generado controversia debido al historial de la constructora: China Harbour Engineering Company Limited (CHEC).

Si bien el costo del muelle se estima en unos 24 millones de dólares —parte de un paquete de ayuda más amplio anunciado tras la visita del presidente Nayib Bukele a Pekín en 2019—, los detalles financieros se han mantenido en secreto. El gobierno salvadoreño no ha revelado los términos de la financiación ni los detalles del contrato.

Una investigación de Expediente Público en agosto de 2023 reveló que todos los documentos relacionados con el proyecto se clasificaron como confidenciales, invocando las leyes nacionales que rigen los asuntos diplomáticos. Esta decisión no ha hecho más que agravar la preocupación pública por la falta de transparencia.

Para aumentar el misterio, CHEC decidió no colocar letreros que identificaran a la empresa ni a su maquinaria en la obra durante la construcción, una decisión poco común para un contratista de su envergadura. La empresa tampoco ofreció declaraciones públicas tras la finalización del muelle.

Un cambio de imagen para los turistas, un revés para los locales

Las publicaciones en redes sociales muestran el muelle como un referente del desarrollo costero, con elegantes pasarelas, tiendas de recuerdos y reconocidas cadenas de restaurantes. Sin embargo, muchos lugareños, en particular los pequeños comerciantes y pescadores, están sufriendo las consecuencias de esta transformación.

Durante la construcción, los pescadores locales enfrentaron restricciones de acceso y permisos. Quienes buscaban trabajo en la obra fueron rechazados en su mayoría, ya que la mayor parte de la mano de obra provenía de China. Los pocos salvadoreños contratados no provenían de la comunidad circundante.

Desde la finalización del muelle, muchos vendedores ambulantes y operadores turísticos de larga data se han reubicado en zonas menos visibles. Un paseo por la playa revela nueva señalización que prohíbe la entrada a vendedores ambulantes e incluso a artistas locales, relegando los medios de vida tradicionales a un segundo plano.

Organizaciones de la sociedad civil como Acción Ciudadana han expresado su preocupación por la gobernanza de los proyectos de ayuda internacional, señalando la falta de rendición de cuentas e inclusión. En su informe de transparencia sobre infraestructura pública de 2024, publicado en octubre, la organización afirmó que "las obras financiadas con fondos donados por la República Popular de China reflejan ausencia total de información".

"La tendencia en las instituciones responsables de las obras públicas de mayor envergadura es el uso excesivo y muchas veces injustificado de la reserva de información", agregó el informe, explicando que muchas de estas órdenes secretas se extienden más allá de sus plazos de tiempo originales.

Un contratista global bajo escrutinio

CHEC es una subsidiaria de China Communications Construction Company, un gigante estatal involucrado en proyectos de infraestructura en todo el mundo y acosado por acusaciones de corrupción y mal desempeño.

Desde 2009, CHEC ha sido incluida en la lista negra del Banco Mundial por prácticas fraudulentas en licitaciones. En América Latina, los gobiernos de Bolivia, Colombia, Costa Rica, Honduras y Jamaica han alertado sobre los proyectos de la empresa, alegando retrasos, daños ambientales, materiales de baja calidad y evidencia de prácticas corruptas.

En La Libertad, el muelle puede ofrecer una nueva y elegante fachada para el turismo, pero para muchos salvadoreños, se ha convertido en un recordatorio de que el desarrollo sin transparencia a menudo tiene un costo, uno que las comunidades locales se ven obligadas a soportar.