Seguridad
Oferta del aviones J-10CE de China a Colombia amenaza con transformar la dinámica de seguridad de Sudamérica
La inesperada oferta de Pekín a Colombia genera alarma en un momento en que Bogotá considera dar un giro a décadas de exitosa estrategia de defensa respaldada por Estados Unidos.
![Personal militar chino ante un avión de combate Chengdu J-10C (el J-10CE es la versión de exportación) en la Exposición Internacional de Aviación y Aeroespacial de China en Zhuhai, China. [Noel Celis/AFP]](/gc4/images/2025/05/30/50610-j-10c-600_384.webp)
Por Edelmiro Franco V. |
BOGOTÁ -- La propuesta de China de vender aviones de combate J-10CE a Colombia durante la reciente visita del presidente Gustavo Petro a Pekín ha generado alarma entre analistas militares y geopolíticos, quienes advierten sobre posibles implicaciones para la seguridad nacional, regional e internacional.
El portal especializado en defensa Infodefensa fue el primero en informar sobre la oferta china, que se produjo mientras Petro visitó Pekín del 12 al 16 de mayo para asistir a la IV Reunión Ministerial del Foro China-CELAC. Petro mantuvo conversaciones sobre diversos temas con funcionarios chinos, incluido el presidente Xi Jinping, el 14 de mayo.
Un objetivo central del viaje fue la firma de una carta de intención para que Colombia se una a la Belt and Road Initiative (BRI, por sus siglas en inglés) de China, el amplio programa de infraestructura global destinado a expandir la influencia económica y estratégica de Pekín.
Sin embargo, la propuesta de suministrar aviones de combate J-10CE habría tomado por sorpresa a la delegación colombiana.
![El presidente chino, Xi Jinping (izquierda), y el presidente colombiano, Gustavo Petro, asisten a la ceremonia inaugural del IV Foro Ministerial China-CELAC en Pekín el 13 de mayo. [Pedro Pardo/AFP]](/gc4/images/2025/05/30/50611-petro-600_384.webp)
La Fuerza Aeroespacial Colombiana opera aviones de combate Kfir de fabricación israelí, la mayoría de los cuales ha prestado servicio durante más de tres décadas. Con la flota acercándose al final de su vida útil, las autoridades consideran su reemplazo una prioridad urgente.
China ofreció 24 aviones de combate J-10CE a un costo unitario de 40 millones de dólares, precio que incluye armamento aire-aire y opciones de financiamiento, según el informe de Infodefensa del 16 de mayo. El acuerdo permite a Colombia ampliar la flota.
Aceptar la oferta china marcaría un cambio significativo en la postura de defensa de Colombia y en la filosofía operativa de sus fuerzas armadas. Históricamente, las fuerzas armadas han optado por los sistemas estadounidenses y occidentales. La aceptación de China podría alterar el equilibrio de poder regional.
Una medida de ese tipo podría afectar la dinámica de seguridad de Colombia con sus vecinos y reformular su papel en la política de defensa hemisférica, advierten los analistas.
La táctica de los aviones de reacción de China
El general de brigada (retirado) de la Fuerza Aeroespacial Colombiana Juan Carlos Gómez, profesor asociado del Centro William J. Perry para Estudios Hemisféricos de Defensa de la Universidad Nacional de Defensa de Washington, ha expresado serias preocupaciones por la oferta de aviones de guerra de China.
Colombia ya firmó una carta de intención para adquirir aviones de combate suecos Gripen, aviones diseñados para cumplir con los estándares de la OTAN, enfatizó.
Esa decisión "refleja una preferencia por aeronaves de fabricación occidental", comentó a Entorno.
El cambio al J-10CE de China, advirtió, representaría un importante cambio doctrinal para la Fuerza Aeroespacial Colombiana. "Implicaría un giro significativo en la doctrina militar, además de un reto en términos de mantenimiento y soporte técnico, dado que se trata de una tecnología que el país no ha operado previamente", declaró Gómez.
Lo que más le preocupa es que la propuesta china aparentemente queda fuera del alcance de una evaluación técnica y financiera de larga data que ha guiado la búsqueda de Colombia de un reemplazo para sus viejos aviones de combate israelíes.
"Es preocupante que esta opción no haya sido sometida al análisis del equipo técnico, operacional y financiero que lleva más de una década evaluando el reemplazo de la aviación estratégica. Proceder sin un estudio exhaustivo podría comprometer la coherencia del proceso de modernización de la Fuerza Aeroespacial Colombiana", señaló.
La geografía de Colombia, dijo, requiere aeronaves de amplio alcance, fuerte desempeño en terrenos montañosos y versatilidad para manejar roles tanto defensivos como ofensivos.
Si bien Gómez reconoció la aviónica moderna y la agilidad del J-10CE, dijo que su alcance limitado cumple con los requisitos de Colombia para misiones estratégicas de largo alcance.
"Los aviones Gripen ofrecen más autonomía, lo que es fundamental en nuestro contexto operativo", afirmó.
Gómez vinculó la oferta china al creciente interés de Pekín en Latinoamérica, el cual "parece alinearse con su estrategia de expansión en América Latina, donde busca fortalecer lazos comerciales y militares con países que tradicionalmente han operado tecnología occidental", explicó.
Aceptar la oferta, advirtió, podría llevar a Colombia a un camino de dependencia política y tecnológica, con posibles consecuencias para la cooperación con la OTAN y otros aliados de larga data.
Si Bogotá se alinea con Pekín para modernizar su flota, "se podría alterar el equilibrio estratégico en la región", prosiguió Gómez, "especialmente porque pocos países operan material bélico chino en sus fuerzas aéreas, y esto podría limitar la interoperabilidad y la coordinación estratégica de Colombia con sus socios occidentales".
Concluyó diciendo: "Un cambio en el alineamiento tecnológico podría tener consecuencias a largo plazo en la capacidad de defensa y en las relaciones internacionales del país".
China pone a prueba alianzas
Para Fabio Sánchez, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, la oferta de China de vender aviones de combate a Colombia va más allá de una simple transacción comercial. Refleja la creciente apuesta de Pekín por ganar influencia en Latinoamérica.
"[Esta es] una consecuencia más de la proyección del poder y búsqueda de influencia china en la región", señaló Sánchez a Entorno.
"Estamos viviendo un nuevo momento en la geopolítica contemporánea", afirmó, "y las zonas de influencia se están reconfigurando por las acciones políticas, diplomáticas y comerciales de las potencias. La venta de tecnología militar hace parte de ello".
El panorama de defensa tradicional de América Latina ha dependido durante mucho tiempo del equipamiento estadounidense, europeo e israelí, afirmó.
"Estas compras van mucho más allá del hardware", explicó. "Vienen con compromisos a largo plazo: contratos, mantenimiento, reemplazos y programas de capacitación".
Rastreó la doctrina de defensa de Colombia hasta su participación en la Guerra de Corea (1950-1953).
Desde entonces "Estados Unidos ha influenciado nuestra doctrina militar", dijo. No debemos olvidar el impacto del Plan Colombia [una iniciativa de política exterior estadounidense entre 2000 y 2015] en la táctica, movilidad y fortalecimiento de las fuerzas militares en la lucha contra las drogas y la insurgencia".
Sánchez enfatizó la naturaleza profunda de los lazos entre Estados Unidos y Colombia, incluida la cooperación militar y una agenda diplomática que prioriza la democracia, los esfuerzos antinarcóticos y la lucha contra el crimen organizado.
El mercado estadounidense "es vital para nuestras exportaciones", añadió.
Mientras que el gobierno de Colombia explora lazos militares y económicos más estrechos con China, Sánchez advirtió que la medida introduce una nueva capa de incertidumbre.
"No sabemos cómo responderá Washington", indicó. "Pero tampoco sabemos qué nos espera con Pekín".