Sociedad

El viaje de los peces desde la selva colombiana a los acuarios de todo el mundo

El elevado volumen de exportaciones de peces ornamentales suscita preocupación por la sostenibilidad y el riesgo de sobreexplotación.

Peces ángel en una pecera antes de ser empacados para la exportación en Bogotá. La región colombiana del Guainía contiene el 60% de las 521 especies de peces autorizadas en todo el país para su venta, según la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), que regula el negocio en Colombia. [Luis Acosta/AFP]
Peces ángel en una pecera antes de ser empacados para la exportación en Bogotá. La región colombiana del Guainía contiene el 60% de las 521 especies de peces autorizadas en todo el país para su venta, según la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), que regula el negocio en Colombia. [Luis Acosta/AFP]

Por AFP |

INÍRIDA, Colombia -- Todos los días, los pescadores locales visitan a Ernesto Rojas para venderle pequeños peces de colores sacados de los ríos de la selva colombiana que acaban en acuarios de todo el mundo.

Este septuagenario lleva medio siglo dedicado al negocio de los peces ornamentales en Inírida, capital de la región oriental de Guainía, que tiene frontera con Venezuela y Brasil.

Es un negocio floreciente que los críticos consideran cruel y perjudicial para la naturaleza, aunque los ecologistas reconocen que aporta beneficios, como fomentar la conservación del hábitat y ofrecer una alternativa a actividades nocivas como la tala y la minería ilegales.

Rojas mantiene los peces en estanques cubiertos por redes para protegerlos de las aves depredadoras antes de transportarlos por avión a Bogotá para su exportación a Estados Unidos, Asia y Europa.

Un pez ornamental Geophagus antes de ser embalado para la exportación en Inírida, Colombia. [Luis Acosta/AFP]
Un pez ornamental Geophagus antes de ser embalado para la exportación en Inírida, Colombia. [Luis Acosta/AFP]
Peces tetra cardenal (Paracheirodon axelrodi) se ven en una pecera antes de ser embalados para su exportación en Bogotá. [Luis Acosta/AFP]
Peces tetra cardenal (Paracheirodon axelrodi) se ven en una pecera antes de ser embalados para su exportación en Bogotá. [Luis Acosta/AFP]

Compra el pez ángel Altum (Pterophyllum altum) -- que sólo se encuentra en la región y es apreciado por los coleccionistas por sus largas aletas y llamativas rayas verticales -- por el equivalente a 2 dólares cada ejemplar.

Ya en Estados Unidos, pueden venderse por 70 dólares o más.

"Es mucha belleza en un cuerpo tan pequeño", afirmó Rojas mientras examinaba su siguiente cargamento, compuesto por cientos de peces ángel.

A su alrededor, los peces nadaban en círculos en bolsas de plástico.

Sus ayudantes enriquecieron el agua de las bolsas con oxígeno de una bombona para prepararlos para el vuelo de poco más de una hora a la capital.

Preocupación por la sostenibilidad

En la lengua indígena local, Guainía significa "Tierra de muchas aguas".

La región es el hogar del 60% de las 521 especies autorizadas para la venta en Colombia, según la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap).

En 2023, la región exportó aproximadamente 526 toneladas de peces, lo que generó unos ingresos de unos 6 millones de dólares, según la agencia reguladora.

Inírida está aislada de la red nacional de carreteras de Colombia y sólo se puede llegar a ella en avión o en un largo viaje en barco.

Su aislamiento hace que los ingresos procedentes de los peces ornamentales sean un pilar clave de la economía, explicó a AFP Óscar Javier Vargas, director de la autoridad medioambiental local.

Aunque el floreciente comercio de acuarios de Sudamérica aporta unos ingresos muy necesarios a miles de habitantes, la sostenibilidad es un problema, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

"En el caso de los peces ornamentales, el volumen de las exportaciones hace temer que el comercio no sea sostenible para las poblaciones de peces. Y la historia demuestra que la sobreexplotación es un escenario probable", advirtió.

Pero "en las circunstancias adecuadas, la pesca ornamental sostenible puede mejorar la conservación de los bosques y aliviar la pobreza de las comunidades locales", afirma el WWF.

Para proteger las poblaciones de peces, las autoridades prohíben la pesca en Guainía durante siete semanas al año, normalmente entre principios de abril y junio.

Para algunas especies, como el pez ángel, la prohibición comienza varias semanas antes.

"Es un negocio regulado con muy buenas prácticas", declaró Vargas.

Restricciones para algunas especies

El Estado también vela por que no se pesquen especies consideradas vulnerables, como la piraña y el enorme y colorido pavón, en las aguas oscuras y ricas en minerales del río Inírida y sus afluentes.

"Ver a un animal perder su libertad para el disfrute y placer de alguien" es una afrenta para los defensores de los derechos de los animales, admitió Vargas.

Sin embargo, señaló que la pesca con redes pequeñas es una fuente de ingresos de bajo impacto en una región donde la desenfrenada extracción ilegal de oro supone el vertido de enormes cantidades de mercurio a los ríos cada año.

Prohibir la pesca ornamental "sería peor" para el medio ambiente, precisó Vargas.

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