Medio Ambiente
Activistas y armada colombiana luchando por salvar tiburones
Las ricas aguas del Pacífico atraen barcos de toda la región, así como flotas lejanas de China, donde la aleta de tiburón se considera un manjar.
Por AFP |
Un catamarán solitario llamado Silky patrulla las traicioneras aguas que rodean la isla Malpelo, un remoto santuario colombiano repleto de vida marina en peligro de extinción.
A pesar de su estatus de zona protegida, este paraíso del Pacífico se enfrenta a constantes amenazas.
Su tripulación de ambientalistas es el terror de los barcos que pescan tiburones ilegalmente dentro de la reserva a unos 500 kilómetros de la costa continental de Colombia, uno de los países más ricos en términos de fauna marina.
Sin armas ni apoyo, los activistas ahuyentan a los barcos intrusos, amenazan con denunciarlos a las autoridades e incluso se sumergen bajo el agua para liberar a los tiburones si quedan atrapados en redes o líneas.
Activo las 24 horas del día desde 2018, el equipo de amantes de los tiburones afirma estar cambiando el rumbo en el Santuario de Fauna y Flora de Malpelo, la meca de los buceadores y la mayor zona de prohibición de pesca del Pacífico tropical oriental.
Contención de la amenaza
"El éxito del proyecto se puede ver en el hecho de que ellos [los pescadores ilegales] no regresan", declaró la buceadora colombiana Erika López, quien creó la fundación Biodiversity Conservation Colombia con la ayuda de un filántropo australiano.
El proyecto nació de lo que los activistas ven como una falta de protección oficial contra los tiburones: la marina arresta a los pescadores ilegales sólo si se los encuentra en patrullas de rutina contra los narcotraficantes y otros intrusos territoriales.
A partir del 21 de octubre, Colombia acogerá la conferencia sobre biodiversidad COP16 de las Naciones Unidas (ONU), y su extenso litoral del Pacífico se encuentra en una ruta migratoria clave para tiburones martillo, tiburones ballena y otras especies, muchas de ellas en peligro de extinción.
Pero las abundantes aguas del santuario atraen barcos de todas partes, muchos del vecino Ecuador, otros de Panamá y Costa Rica en el Caribe o incluso de China, donde la aleta de tiburón es un manjar.
La fundación de López afirma que la tripulación del Silky, nombre de un tipo de tiburón, ha rescatado vivos a 508 animales desde 2018, ahuyentó 302 embarcaciones y confiscó más de 70.000 metros de hilo de pescar.
Desde diciembre pasado, la fundación informa que no ha visto ningún barco pesquero cerca de la isla Malpelo en la reserva de más de 850.000 hectáreas reconocida como patrimonio de la UNESCO.
"Tratamos en lo posible de quitarles los equipos, liberar las especies que estén atrapadas, esa es la misión principal," señaló a AFP Darío Ortiz, de 53 años, un pescador artesanal convertido en ambientalista, a bordo del Silky.
Pero es un esfuerzo de tiempo completo.
"Este barco tiene que estar básicamente 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año, conteniendo esta amenaza", indicó López, de 51 años, quien sueña con ampliar el proyecto a una flotilla de barcos dedicados a la conservación y la ciencia en el Pacífico.
Rico y deseable
En alta mar, lejos de la isla Malpelo, un buque de guerra de la Armada colombiana patrulla una zona repleta de tiburones martillo, marlines y otras criaturas en peligro de extinción.
En una reciente misión con la AFP a bordo, arrestó a tres pescadores ecuatorianos a los que se les encontró un botín muy valioso de tiburones sedoso, martillo y punta negra, pez vela y cuatro marlines azules, todos ellos todavía vivos.
"El Pacífico colombiano es muy rico y deseable", afirmó el Almirante Rafael Aranguren.
Con "nuestros barcos podremos llegar a esta parte del territorio y ejercer controles para que no exploten ilegalmente estas riquezas y que, por ende, no dañen el medio ambiente".
En 2020, el gobierno del expresidente Iván Duque prohibió la pesca de tiburones, tanto industrial como a pequeña escala, para intentar proteger las poblaciones marinas.
Pero ante la protesta de las comunidades pesqueras afrocaribeñas de la costa del Pacífico que comen y venden carne de tiburón, en enero el presidente Gustavo Petro derogó parcialmente la prohibición.
El gobierno decretó que los pescadores en pequeña escala pueden conservar y consumir tiburones capturados accidentalmente en redes destinadas a otras especies de peces no restringidas.
La decisión causó indignación entre los conservacionistas que la ven como una licencia para matar.
La Armada estima que ha arrestado a 30 sospechosos en lo que va del año, en relación con cargos de pesca ilegal en aguas colombianas.
Entre 2012 y 2022, las autoridades incautaron más de 334 toneladas de carne de pescado capturada ilegalmente, según el Ministerio de Medio Ambiente.
El país no lleva un registro de los tiburones que son víctimas de la pesca ilegal.