Economía
La costosa alianza entre Venezuela y China dejó una estela de desconfianza y endeudamiento
China le prestó a Venezuela la asombrosa cantidad de 62.000 millones de dólares estadounidenses entre 2005 y 2016, lo que representa el 44 % del total de préstamos de Beijing a países latinoamericanos. Sin embargo, hay poco o nada que mostrar por semejante préstamo..
![El presidente venezolano, Nicolás Maduro, y el presidente chino, Xi Jinping, caminan después de pasar revista a una guardia de honor en Beijing en enero de 2015. Maduro pidió en ese momento un nuevo préstamo para sostener la economía venezolana. [Andy Wong/AFP]](/gc4/images/2023/08/10/43422-china_venezuela_1-600_384.webp)
Por Marisela Luzardo |
CARACAS -- Venezuela y China han comenzado a recuperar su relación después de años de distanciamiento y desconfianza mutua.
El pasado mes de mayo, funcionarios jerárquicos chinos se reunieron con asesores cercanos del presidente Nicolás Maduro en Caracas para discutir la reestructuración de la línea de crédito que viene de larga data.
Ninguna de las partes reveló el resultado de dichas conversaciones.
Venezuela y China han entablado una estrecha relación, marcada por préstamos multimillonarios, más de 500 memorandos de entendimiento, ambiciosos proyectos tecnológicos y visitas diplomáticas de alto nivel.
![La costosa alianza entre Venezuela y China, que se sostiene desde hace décadas, ha dejado una estela de desconfianza y una deuda récord en América Latina. [Presidencia de Venezuela]](/gc4/images/2023/08/10/43423-china_venezuela_2-600_384.webp)
Sin embargo, durante las últimas dos décadas, esta alianza ha dejado a Venezuela únicamente con una pesada deuda y un legado de desconfianza mutua.
Según un informe de la organización The Dialogue publicado el 24 de marzo, "Venezuela, que ha representado la mayor parte (44 por ciento) de la financiación total del desarrollo de China en la región [Latinoamérica] desde 2005, estuvo entre los primeros en la región en trabajar con China para ajustar los términos de ciertos préstamos".
Entonces, China comprendió los problemas que tenía Venezuela.
"China buscó abordar los problemas de pago del país ofreciendo períodos de gracia en los pagos de capital y extendiendo la vida de, al menos, un préstamo. Las IFD (instituciones financieras de desarrollo) de China dejaron de prestar a Venezuela a partir de 2016, notando el deterioro de las condiciones económicas en el país" informó El Diálogo.
El comienzo
A partir de 1998, Hugo Chávez consiguió que China sea el principal comprador de petróleo de Venezuela, convirtiéndolo en el aliado más importante de su país, superando incluso a Brasil y Argentina.
En 1999, el ascenso de Chávez al poder en Venezuela brindó a China la oportunidad de expandir su influencia en Latinoamérica. Pocos meses después de su victoria, Chávez recibió la primera visita de un presidente chino a su país: Jiang Zemin estuvo en Caracas en abril de 2001.
Además, durante su presidencia, Chávez visitó China en cinco ocasiones. Funcionarios chinos realizaron 12 visitas de alto nivel a Venezuela durante ese período.
Su sucesor, Maduro, ha intentado continuar con esta relación, visitando China en tres ocasiones desde que asumió el cargo en 2013.
China buscó alianzas con Latinoamérica, enfocándose en asegurar reservas de petróleo, asegurar contratos públicos para proyectos de infraestructura y expandir el mercado para sus productos tecnológicos.
Mientras tanto, Venezuela quería un socio confiable que no cuestionara el estilo de liderazgo de Chávez y pudiera proporcionar financiamiento y mano de obra calificada para mantener y mejorar su industria petrolera. Desafortunadamente, la relación no cumplió con estas expectativas, ya que se cumplieron pocos o ninguno de los compromisos.
La trampa de la deuda
Según una investigación reciente de Transparencia Venezuela, China prestó a Venezuela la asombrosa cantidad de 62.000 millones de dólares entre 2005 y 2016, lo que representa el 44 % del total de préstamos otorgados por China a países latinoamericanos. Esta cantidad sustancial destaca la importante influencia financiera de China en la región y demuestra claramente la dependencia de Venezuela de las inversiones extranjeras para sostener su economía.
“Entre 2000 y 2019 se firmaron cerca de 500 convenios, así como préstamos millonarios para el desarrollo de Venezuela, con resultados pobres en algunos casos y desconocidos en otros”, detalló el informe.
La alianza con China convirtió a Venezuela en el principal receptor de financiamiento chino en Latinoamérica. Estos préstamos se destinaron a proyectos de infraestructura, como centrales eléctricas y carreteras, así como la compra de bienes y servicios chinos.
“Si bien los préstamos tenían como escudo la venta de petróleo prepago y el compromiso de pagarlos lo asumía PDVSA [Petróleos de Venezuela, S.A., la petrolera estatal venezolana], estos créditos han estado dirigidos no solo al sector petrolero, sino que también se han destinado en… proyectos en otras áreas, como infraestructura, transporte, comunicaciones, electricidad y agricultura, entre otros”, agregó el informe de Transparencia Venezuela.
Estos préstamos también han contribuido a la creciente carga de la deuda de Venezuela, que ahora se estima en más de 150.000 millones de dólares estadounidenses.
A cambio de los préstamos, Venezuela vendería a China hasta 1 millón de barriles de petróleo por día a través de su empresa petrolera estatal, PDVSA, que estaba al borde del colapso por falta de inversión y falta de mantenimiento. Este acuerdo ayudaría a Venezuela a capear su crisis económica, pero también tendría un alto costo.
Desconfianza mutua
Las empresas chinas no estaban cumpliendo con los proyectos de infraestructura acordados y la desconfianza comenzaba a aparecer en ambos lados. Esta sospecha surgió de una serie de factores, incluida la complejidad de los proyectos, la opacidad del gobierno venezolano y la corrupción desenfrenada en ambos países. Como resultado, la relación entre Venezuela y China comenzó a resentirse y los préstamos que Venezuela había recibido de China se volvieron cada vez más difíciles de pagar.
Para 2012, la producción de petróleo de Venezuela había caído a 640.000 barriles por día, de los cuales un tercio se utilizó para pagar la deuda con China. Un año después, China prestó a Venezuela 5.000 millones de dólares estadounidenses adicionales para construir viviendas en los sectores más pobres, uno de los pocos casos en que el pueblo venezolano se benefició de la inversión china.
La dinámica entre las partes comenzó a desmoronarse a partir de una combinación de factores, incluida la corrupción mutua, el comportamiento poco claro y las violaciones de los acuerdos. La imposición de sanciones por parte de Estados Unidos al gobierno de Maduro también desempeñó un papel importante en la escalada de las tensiones.
Según la ONG Vendata, entre 1999 y 2019, los gobiernos de Venezuela y China firmaron más de 500 acuerdos. Sin embargo, el público tiene información completa sobre sólo 62 de estos acuerdos (12,75 %). Tiene información parcial de 109 convenios (22,42 %) y solo “algunas referencias o solo el nombre del convenio” en la gran mayoría (315 convenios, o 64,81 %) de los casos.
Esta falta de transparencia genera preocupación, ya que dificulta al público comprender las implicaciones de estos acuerdos con el gobierno y las empresas chinas.
En 2016, Maduro solicitó renegociar la deuda con China, lo que generó una flexibilidad en los términos de pago. El acuerdo prorrogó el plazo de pago del principal compromiso por dos años, durante los cuales solo se adeudaban intereses y comisiones.
“Pido la ayuda de China, pido la ayuda de Xi Jinping”, declaró Maduro en noviembre de 2020, acorralado por deudas y sanciones. El presidente venezolano quiso que China apoyara la polémica "ley antibloqueo", con la que Caracas buscaba eludir las sanciones de Washington.
En una maniobra para evitar sanciones, Maduro llegó a aprobar una ley especial para acuerdos energéticos con China a través de su Asamblea Nacional Constituyente.
Pero ya la relación estaba socavada.
Las promesas de China de ayudar, a su otrora mejor socio en Latinoamérica, a reactivar sus industrias petrolera y eléctrica fracasaron. Las fallas y apagones eléctricos continúan siendo una constante en Venezuela, mientras la industria petrolera trabaja al 30% de su capacidad y PDVSA estima que necesitará 58.000 millones de dólares estadounidenses para restablecer los niveles de producción de 1998, según informó Reuters en mayo de 2021.
Reemplazando el lugar
Otros países han llenado el vacío dejado por China, como Irán, que ha firmado múltiples acuerdos de cooperación en materia energética, aunque carece del músculo financiero de Pekín.
La diferencia entre las relaciones de Venezuela con China y sus lazos con Irán es que este último tiene más experiencia en operar bajo sanciones, señaló el consultor energético José González.
“China ahora tiene empresas operando en todas partes de Latinoamérica, incluso en Estados Unidos. China ya no ve a Venezuela como la gran oportunidad, sus inversiones en el país no han dado los frutos esperados”, indicó. “Ve un país inestable, con falta de garantías, y también teme que le alcancen las sanciones”.
“En cambio, Irán sí ve a Venezuela como un espejo, con un interés geopolítico particular. Por esta razón Teherán ha enviado algunos barcos con combustible y nafta, mantiene una presencia diplomática consistente y han mantenido su relación comercial”, subrayó a Entorno.
El enfriamiento de las relaciones con China ha obligado a Maduro a buscar nuevos aliados entre los actores políticos y comerciales más extremistas del planeta, mientras lucha por garantizar su permanencia y la del "chavismo" en el poder.